Este blog no tiene actualizaciones, y se lee hacia atrás, solo es una recopilación de distintas publicaciones de otros blog expertos en estos temas... las publicaciones no son mías... Y me atrevo a publicarlas para que conozcas la Bimilenaria tradición de la Iglesia.

lunes, 28 de febrero de 2011

México, ¡Sin Dios!

Álvaro Obregón había llegado al poder derramando sangre, unas veces de acuerdo con las reglas de la guerra, y muchas otras por pura ambición.

El 8 de Febrero de 1921 estallo una bomba en la puerta del Palacio Arzobispal. No hubo heridos; pero el gobierno no hizo nada para encontrar al culpable. Obregón dijo que el Arzobispo había provocado el incidente con su pastoral contra el Socialismo.

El 13 de Mayo de 1921, Taracena anota: Ciento cincuenta socialistas entraron por la fuerza a la Cámara de Diputados (en la Capital) gritando: “¡Viva la revolución rusa! ¡Viva la bandera rojinegra! ¡Viva el bolchevismo!”. Y entre ellos iban “unas veinte mujeres y no pocos niños, miembros de la Federación de Sindicatos Obreros del D.F.”

Y con fecha del 12 de Mayo de 1921: “Ayer un grupo de socialistas hizo ondear la bandera roja en una de las torres de la Catedral de Morelia, Michoacán, y hoy, la policía de aquella ciudad disuelve una manifestación católica de protesta, matando a cinco personas e hiriendo a otras muchas”

El 14 de noviembre de 1921 una bomba hizo explosión en el altar de la Basílica de Guadalupe, donde había sido colocada oculta entre un ramo de flores depositado a los pies de la milagrosa imagen de la Virgen de Guadalupe. La protesta de todo México fue clamorosa, pero el gobierno hizo correr el absurdo rumor de que la bomba había sido colocada por católicos para provocar una agitación, y mas adelante se supo que el culpable había sido un empleado de la Secretaria Particular de Obregón, que había entrado en la basílica acompañado de cincuenta soldados disfrazados de paisanos; Luego del primer momento de estupor, los fieles reaccionaron y se dirigieron hacia el grupo de obreros, dispuestos a linchar al culpable.

El mismo Obregón en persona mando llamar al presidente municipal de la Villa de Guadalupe para exigir protección para el malhechor sacrílego. Pronto se presento un camión con soldados, que se llevaron al criminal, y en eso acabo todo.

El bombardero fue llevado a las oficinas municipales, custodiado por la policía para evitar que los católicos se le fueran encima. Lo trasladaron en un camión militar. El atentado había sido ordenado por el sindicalista Luis N. Morones, un furibundo anticlerical. El terrorista era funcionario de la Secretaría Particular de la Presidencia de la República.


El 1 de Mayo de 1922 una chusma de socialistas armados asaltaron la casa de la A.C.J.M. (Asociación Católica de la Juventud Mexicana) en la Ciudad de México, sin que la policía prestara alguna protección a los agredidos, de suerte que los exaltados pudieron penetrar en la casa, desmantelándola por dentro y haciendo pedazos una imagen de Nuestra Señora de Guadalupe.

Durante dos años Obregón, como Presidente, no persiguió a la Iglesia abiertamente, principalmente porque todavía no había sido reconocido por los Estados Unidos, y comprendía la ventaja de causar la impresión de que había libertad religiosa, dejando de urgir por entonces las disposiciones persecutorias de la Constitución de 1917 (que en gran parte era obra de obregonistas). Los católicos, en efecto, llegaron a creer que seria tolerante, aunque en realidad el leopardo no había cambiado de piel, sino solo de métodos, que eran insidiosos y arteros, y solo a veces tiraba un zarpazo.

Los mexicanos tienen gusto por los monumentos, en lo cual no son una excepción los revolucionaros, como lo atestigua el Monumento a la Revolución, el costoso de Obregón y las innumerables estatuas de Juárez, Hidalgo y Morelos que hay en todo México. Los católicos mexicanos pensaron en erigir un monumento a Cristo Rey en la cumbre del Cerro del Cubilete, en el Estado de Guanajuato.

Su Excelencia Reverendísima Monseñor Ernesto Filippi, era Delegado Apostólico en México y llego a creer, a pesar de las molestias y perturbaciones arriba referidas, que el Presidente Obregón no era personalmente enemigo de la Iglesia, y hasta llego a decirlo públicamente. Desde luego algunas personas prominentes en el campo católico creían que el gobierno no pondría dificultades, principalmente porque el monumento iba a ser erigido en una propiedad privada y la admisión a la colocación de la primera piedra se haría mediante boletos.

El 11 de Febrero de 1923 Monseñor Filippi, bendijo y colocó la primera piedra del monumento nacional a Cristo Rey, con asistencia de 50,000 peregrinos de todo México en representación de los 15,000,000 de católicos de la Republica.

Como es sabido, en el articulo 24 de la Constitución se prohíben los actos de culto publico fuera del recito de los templos, y, si se toma en un sentido riguroso el texto de dicha prohibición, tal vez alguien acertaría a comprender que la colocación de la primera piedra del monumento en el Cubilete no estaba enteramente de acuerdo con lo que el mencionado articulo, de intención anticatólica, determina, a pesar de tratarse de una ceremonia en una propiedad particular.

De todos modos, una ocasión como esta era la que el gobierno estaba esperando para lanzar su ataque contra la Iglesia. ¡Nadie ha de violar los sagrados artículos de la sagrada Constitución! Clamor hipócrita, si se tienen en cuenta los antecedentes de Obregón.

El general Calles, Secretario de Gobernación, se envolvió en la blanca toga de la rectitud y definió que Monseñor Filippi había violado la sagrada Constitución. Obregón decreto que, si Monseñor Filippi había asistido a la ceremonia del Cubilete, había violado la sagrada Constitución y debía atenerse a las consecuencias: le concedió tres días para salir del país.

Un grupo de señoras católicas acudieron a Chapultepec pidiendo ver al Presidente; pero Obregón se negó a recibirlas. Los Obispos de México protestaron; el Cardenal Gasparri, Secretario de Estado de Su Santidad Pio XI, pidió una demora y en muchos lugares de la Republica hubo manifestaciones de protesta. Pero Calles repetía que la sagrada Constitución había sido violada y que el Delegado Apostólico tenía que salir. Entonces el Presidente Harding de E.U. y varios países de Centro y Sudamérica le ofrecieron hospitalidad al exiliado Monseñor.

Monseñor Filippi, en efecto, subió al tren en la estación de Lechería en las afueras de México; pero ya había resonado el grito de ¡Viva Cristo Rey! en la cima del Cubilete.

En el cerro de Chapultepec y en el Palacio Nacional Obregón y Calles, todavía amigos políticos, gruñían con diabólico furor: ¡No queremos que Ese reine sobre nosotros!




Cabeza, Corazón y parte de una Mano.
Restos del primer monumento a Cristo Rey sobre el cerro del Cubilete
mandado dinamitar por Álvaro Obregón
Enero de 1928



domingo, 27 de febrero de 2011

Congreso Eucarístico Nacional - México 1924

Por entonces iba a celebrarse con gran entusiasmo en la capital de México y en el mes de Octubre, un Congreso Eucarístico Nacional. Era el año de 1924. Se creía que el Comité organizador había arreglado con el Presidente Obregón lo relativo a permisos, sobre todo para tener la procesión de clausura en un parque privado. Los actos del Congreso se llevaron a cabo en diversas iglesias de la ciudad, pero los particulares, en número muy grande, manifestaron su participación en el Congreso, desde las clases más humildes, hasta las más elevadas, adornando las fachadas y ventanas de sus casas con banderas y colgaduras.


De pronto, y sin que nadie lo esperase, en medio de las fiestas, el día 8 de Octubre de 1924, el Presidente Obregón denunció de un modo fulminante y violento la que el llamaba violación a la ley en materia de cultos, aunque resultase difícil de comprender de que manera el adornar las casas con la bandera nacional, con colgaduras y con emblemas religiosos podía ser considerado como violación de la ley que prohibía celebrar el culto publico fuera del recito de los templos. Al día siguiente Obregón dio otro odioso decreto por el cual cesaba a todos los empleados del gobierno que hubiesen participado en las solemnidades, o adornado sus casas con ese motivo.

El asombro de los católicos ante semejante conducta, que por lo inesperada los dejó aturdidos, fue tan grande como inútil. Morones, el poderoso líder de la C.R.O.M. y verdugo a las órdenes de Calles, había triunfado.

Iglesia Católica Apostólica Mexicana

Siendo lo que eran las numerosas prescripciones anticatólicas de la constitución, y siendo Calles el que era, se veía claro que un choque entre él y los católicos de México no podía evitarse. Y aunque la mayoría de los artículos hostiles a la Iglesia era de origen obregonista, sin embargo ni siquiera Obregón los había puesto en vigor durante su administración presidencial, probablemente con la intención de hacer recaer todo el odio sobre Calles. De hecho los católicos veían con serios temores el advenimiento de Calles al poder supremo.

Nada notable ocurrió en los primeros dos meses, porque Calles tenía un plan, arreglado con inspiración de Morones, de dar el golpe de muerte a la Iglesia por otro camino. Proyectaba la creación de una Iglesia Católica Mexicana independiente de los obispos y de la Santa Sede.

El 21 de Febrero de 1925 un grupo de hombres armados de cachiporras y empistolados, invadió el templo parroquial de la Soledad, uno de los más antiguos de Mexico, pues data de 1534, y echo fuera a los fieles y al sacristán. Poco después, un sacerdote, acompañado de policías vestidos de civil, entró en el templo y se proclamo a si mismo “Patriarca de la Iglesia Católica Mexicana”. El mencionado Patriarca, que era un pobre sacerdote de poco talento y por añadidura ya medio viejo, se llamaba José Joaquín Pérez Budar. A continuación dio aviso al Presidente Calles de lo ocurrido y pidió que le enviase la confirmación de su toma de posesión de la Iglesia de la Soledad. Sin embargo, lo que siguió es curioso, porque como el templo había sido tomado por la fuerza, la sensación entre el pueblo fue grande; entonces Calles, que respondió al flamante Patriarca con un caluroso telegrama, no le confirmo la posesión de dicho templo, en vista del escándalo que se había provocado, sino que le asigno el templo de Corpus Christi, situado en la Avenida Juárez; pero mando cerrar el de la Soledad porque los fieles habían protestado por haber sido arrojados de el.

"Patriarca" Perez

Calles echo mal sus cuentas, porque la “Iglesia Católica Mexicana” se deshizo poco después y el infeliz “Patriarca”, arrepentido. Se confeso y murió católico. Actualmente el templo de Corpus Christi, después de haber servido como Museo de Higiene, esta fuera de servicio.

El 13 de Junio de 1925 Calles hizo saber públicamente que México no toleraría intervenciones externas en sus asuntos interiores, con la intención primaria de excitar la opinión publica, de suyo inflamable, sobre todo entre los de la C.R.O.M., contra un enemigo extranjero imaginario, pero, en segundo término, como advertencia a la Santa Sede y a los Obispos.

El 30 de Octubre de 1925 anota Tarracena que “la Legislatura de Tabasco decreta que deben ser casados los sacerdotes del culto católico para poder ejercer en el Estado. Quiere con esto el Gobernador Garrido Canabal, adelantarse a la Política de desfanatizacion que emprenderá el Gral. Calles en todo el país. En Tabasco nunca ha habido problema religioso, pero con la persecución que se inicia, se esta creando”.