Este blog no tiene actualizaciones, y se lee hacia atrás, solo es una recopilación de distintas publicaciones de otros blog expertos en estos temas... las publicaciones no son mías... Y me atrevo a publicarlas para que conozcas la Bimilenaria tradición de la Iglesia.

lunes, 31 de octubre de 2011

Bautizo ¿A que Edad?

En el antiguo Código, canon 770, se mandaba con obligación grave que los recién nacidos se bautizaran quam primum (lo más pronto posible)

El nuevo código, canon 867,1, estipula que los padres tienen la obligación de hacer bautizar a sus hijos en las primeras semanas

Canon 856: Aunque el bautismo puede celebrarse cualquier día, es sin embargo aconsejable que, de ordinario, se administre el Domingo o, si es posible, en la Vigilia Pascual

Como apunta el canon 867.2, seria deseable que durante el embarazo los padres ya fueran entrando en una dinámica de preparación y catequesis

La Iglesia ya considera al feto un candidato a la comunidad eclesial, mientras que otros (léase protestantes) lo supeditan a un derecho de autodeterminación (?)



Bautizo de Emergencia

Dice el canon 861 sobre la posibilidad de que, en caso de necesidad, cualquier persona movida por recta intención, aunque no esté bautizada, puede bautizar válidamente

Las situaciones han sido así: nacimiento delicado de la criatura, toses y movimientos extraños por parte del infante, alarma del padre y bautizo apresurado por peligro de muerte del neonato, por si acaso.

Pasado el peligro, en estos casos procede un bautizo sub conditione; puesto que es un bautizo válido, no se puede volver a bautizar, lo que corresponde es ir inmediatamente a la parroquia y anotar el sacramento en las circunstancias en las que se ha dado.

Si la criatura ha sido bautizada, bautizada está. Luego entonces se suplen las ceremonias secundarias del rito bautismal (bendiciones, exorcismos, sal, unciones, capillo, cirio, etc.), y sólo si hay duda positiva acerca de la validez del bautismo conferido se debe reiterar bajo condición

En los libros bautismales de antes, celosos párrocos reflejaban esta clase de acontecimientos en las partidas de bautizo:

-Fue bautizado ante peligro de muerte por la partera, o por la comadre, o por el médico cirujano en la casa de sus padres y, cerciorado de la validez de dicho bautismo le suplí las ceremonias que manda el ritual al día siguiente.

-Se le echó agua en casa de sus padres, y dudando de la validez de dicho bautismo le bauticé sub conditione.

-Ante los niños que se encontraban abandonados. Bauticé sub conditione a .... Porque fue encontrado en la casa de ..... sin cédula de estar bautizado.

¡¡Donde están esos celosos sacerdotes!! Que Dios premie sus desvelos

Rito del Bautizo

El rito es enteramente en latín, ofrecemos solamente la traducción.



En la puerta de la iglesia

Sacerdote: (nombre del niño) ¿Qué pides a la Iglesia de Dios?
Padrino: La fe.
Sacerdote: ¿Qué es lo que te da la fe?
Padrino: La Vida Eterna
Sacerdote: Si quieres, pues, entrar en la vida eterna, guarda los mandamientos. Amarás al Señor Dios tuyo con todo tu corazón y con toda tu mente y al prójimo como a ti mismo.
 
El Sacerdote sopla tres veces suavemente en la cara del infante y, dirigiéndose al demonio, en cuyo poder está aquella alma por el Pecado Original, le dice imperiosamente:

Sal de éste niño(a) espíritu inmundo, y da lugar al Espíritu Santo Consolador
 
Hace en seguida el Sacerdote la señal de la Cruz en la frente y el pecho del infante, diciendo:

Recibe la señal de la Cruz, tanto en la fren+te como en el pe+cho; asume la fe de los celestiales preceptos; y procura guiarte por ellos para poder ser el templo de Dios.
 
El Sacerdote prosigue diciendo:
Oremos: Os pedimos, Oh Señor, que escuchéis con bondad nuestras plegarias y guardéis con vuestro eterno poder a éste vuestro elegido (nombre del niño) señalado con el signo de la Cruz; para que, guardando los principios de la grandeza de vuestra gloria, merezca llegar a la gloria de vuestra redención con la guarda de vuestros mandamientos. Por Cristo Nuestro Señor. R. Amén
 
Pone el Sacerdote la mano sobre la cabeza del bautizado, como significando que Dios le protegerá; y teniéndola extendida, dice:

Oremos: Omnipotente y eterno Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo; dignaos mirar a este siervo vuestro (nombre del niño), al que os habéis dignado llamar a los principios de la fe; quitad toda ceguera de su entendimiento; romped todos los lazos de Satanás; abridle las puertas de vuestra piedad para que con la plenitud de vuestra sabiduría se vea libre del hedor de todas las concupiscencias y, alegre con el suave olor de vuestros preceptos, os sirva en vuestra Iglesia y adelante en virtud de día en día. Por el mismo Cristo nuestro Señor. R. Amén
 
Pone el Sacerdote un poquito de sal en la boca del infante, para significar que, así como la sal preserva de la corrupción, le preserve Dios de la corrupción del pecado; y dice:

Sacerdote: (nombre del niño) recibe la sal de la sabiduría, seate propiciación para la vida eterna R. Amén
Sacerdote: La paz sea contigo R. Y con tu espíritu.
Sacerdote: Oremos: Oh Dios de nuestros padres, Dios Creador de toda verdad, os pedimos humildemente que os dignéis mirar propicio a este vuestro siervo (nombre del niño); y ya que ha gustado por primera vez ésta sal, no permitáis que se vea por más tiempo privado de este celestial alimento, antes sea fervoroso de espíritu, alegre en la esperanza y constante servidor de vuestro Nombre, conducidle, Señor, a la limpieza de la nueva regeneración, para que merezca conseguir con vuestros fieles servidores los eternos premios que nos habéis prometido. Por Cristo nuestro Señor. R. Amén
 
Con el poder que de Dios ha recibido, el Sacerdote increpa imperiosamente al demonio con estas palabras:

Yo te conjuro, espíritu inmundo, en el nombre del + Padre, y del + Hijo, y del Espíritu + Santo, a que salgas y que te apartes de este siervo de Dios (nombre del niño), Reprímate Él, oh maldito condenado, Aquel que a pie enjuto caminaba sobre el mar y alargó la mano a Pedro cuando se iba sumergiendo.
Así, pues, oh maldito diablo, reconoce tu justa condenación, y honra a Dios vivo y verdadero; honra a su Hijo Jesucristo y al Espíritu Santo, y márchate de este siervo de Dios (nombre del niño), a quien Jesucristo, nuestro Señor y Dios, ha llamado a Si por su gracia, con la bendición y recepción del santo Bautismo.
 
Otra señal de la Cruz hace el Sacerdote sobre la frente del infante, al mismo tiempo que conjura de nuevo al espíritu maligno, y dice;

Y tú, maldito diablo, no te atrevas nunca a profanar esta señal de la + Cruz, que yo acabo de poner sobre su frente. Por el mismo Cristo, Señor nuestro. R. Amén
 
Pone la mano sobre la cabeza del infante en señal de que no le faltará la asistencia de Dios y, teniéndola extendida, dice:

Oremos: Señor santo, Padre Omnipotente, eterno Dios, autor de toda luz y verdad; os suplico que derraméis vuestra justísima y eterna piedad sobre éste siervo (nombre del niño), para que le iluminéis con la luz de vuestra inteligencia; limpiadle y santificadle; dadle la verdadera ciencia para que, haciéndose digno de la gracia del Bautismo, tenga una fe firme, un recto consejo y la santa doctrina. Por Cristo, nuestro Señor. R. Amén
 
El infante permanece aún fuera de la iglesia, en el pórtico, pues no es digno de entrar en ella. Ahora el Sacerdote, después de los exorcismos que ha dirigido contra el maligno espíritu, pone el extremo izquierdo de la estola sobre el infante y le conduce hacia la pila para recibir la Gracia Bautismal. Al mismo tiempo dice:

Sacerdote: (nombre del niño), entra en el templo de Dios, a fin de que tengas parte con Cristo en la vida eterna, R. Amén


  
Dentro de la iglesia
 
Entrados en la iglesia, mientras caminan hacia la pila donde se ha de practicar el Bautismo, rezan el Credo y el Padrenuestro, practicando así un acto de fe pidiendo gracia a Jesús, cuyo discípulo va a ser dentro de poco el infante.
 
Ante el Baptisterio
 
Exorcismo solemne. Un poco antes de llegar a la pila, de espaldas a la puerta del baptisterio, el Sacerdote exorciza y conjura otra vez al demonio, diciendo:

Yo te conjuro, espíritu inmundo, en nombre de Dios + Padre Omnipotente, y en nombre de Jesucristo + Hijo suyo y Señor y Juez nuestro, y en virtud del Espíritu + Santo, que te marches de ésta criatura (nombre del niño), que es imagen de Dios, y al cual nuestro Señor se ha dignado llamar a su santo templo para hacerle templo de Dios vivo, y para que more en él el Espíritu Santo. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, y al mundo con el fuego. R. Amén
 
Luego el Sacerdote, con el pulgar de la mano derecha e imitando a Jesús, que con esta ceremonia curó al sordomudo, toma un poco de saliva para tocar las orejas y la nariz del infante. (Este rito podría omitirse si lo aconsejase una causa racional)

Éfeta (tocando la oreja derecha), que significa: Abríos (tocando la izquierda).
En olor (tocando la nariz del lado derecho) de suavidad (al lado izquierdo).
Y tú, diablo, huye, porque se acerca el juicio de Dios.
 
Antes de proceder al Bautismo, el Sacerdote en nombre de Dios, exige que el bautizado renuncie a Satanás y a todas sus obras. Y así pregunta al infante llamándole por su propio nombre, contestando por él sus padrinos:

Sacerdote: (nombre del niño) ¿Renuncias a Satanás?
Padrino: Renuncio
Sacerdote: ¿Y a todas sus obras?
Padrino: Renuncio
Sacerdote: ¿Y a todas sus pompas?
Padrino: Renuncio
 
El padrino o la madrina descubren la cabeza del infante y un poco del pecho y de la espalda. El Sacerdote moja el pulgar con el óleo de los catecúmenos y con el unge al infante en el pecho y en la espalda, formando una cruz en cada parte, diciendo:

Yo te unjo + con el Óleo de la salvación en Jesucristo nuestro Señor, para que tengas la vida eterna. R. Amén
 
Limpia el Sacerdote con un poco de algodón o estopa su pulgar y las partes ungidas del infante.
 
En el Baptisterio
 
Las ceremonias hasta aquí realizadas no son más que una preparación para el acto del Bautismo.

Deja el Sacerdote la estola morada, señal de penitencia, y toma la estola blanca. Entra en el presbiterio, y con él los padrinos llevando al infante. Ante la pila, donde éste ha de recibir el Bautismo, el Sacerdote hace las siguientes preguntas, llamando por su nombre al infante, a las que responde en su nombre el padrino:

Sacerdote: (nombre del niño), ¿Crees en Dios Padre Omnipotente, Creador del Cielo y de la tierra?
Padrino: Creo
Sacerdote: ¿Crees en Jesucristo, su único Hijo y Señor nuestro, que nació y padeció?
Padrino: Creo
Sacerdote: ¿Crees en el Espíritu Santo, la santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, la resurrección de la carne y la vida eterna?
Padrino: Creo
 
Y sigue la última pregunta, definitiva, resolutiva, decisiva.
Dice el Sacerdote al infante, llamándole por su nombre:

Sacerdote: (nombre del niño) ¿Quieres ser bautizado?
Padrino: Si quiero.
 
Los padrinos toman al infante, el cual tendrá la cabeza desnuda y la cara hacia abajo. El Sacerdote con una concha toma el agua bautismal y la derrama tres veces sobre la cabeza, en forma de cruz, diciendo al mismo tiempo las palabras sacramentales:

Sacerdote: (nombre del niño), Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
 
El infante es ya cristiano; ha recibido el Sacramento regenerador; se le ha comunicado la vida divina, la Gracia, se le ha perdonado el Pecado Original, es miembro de la Iglesia Católica y tiene derecho al Cielo.


  
En seguida el Sacerdote moja el pulgar con el santo Óleo del Crisma y unge al infante en la extremidad de la cabeza, en forma de cruz, diciendo:

Dios Omnipotente, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que te ha regenerado con el agua y el Espíritu Santo, y que te ha perdonado todos tus pecados (aquí le unge), Él mismo te unja con el Crisma + de salvación, en el mismo Jesucristo, nuestro Señor, para la vida eterna. R. Amén
Sacerdote: La paz sea contigo. R. Y con tu espíritu.
 
Después que el Sacerdote ha limpiado con algodón su pulgar y la parte ungida del infante, pone sobre él la vestidura blanca para indicar que ha de guardar toda su vida la Gracia que acaba de recibir.

Sacerdote: Recibe la vestidura blanca que puedas llevar limpia y pura ante el tribunal de nuestro Señor Jesucristo, para que tengas la vida eterna. R. Amén
 
Da el Sacerdote una vela encendida al niño, o al padrino, en su nombre, para significar el buen ejemplo de vida cristiana, que ha de dar siempre, procurando no mancillar nunca su alma con el pecado.

Sacerdote: Recibe la vela encendida, y guarda los mandamientos de Dios, para que, cuando el Señor viniere a las celestiales bodas, puedas salir a su encuentro juntamente con todos los Santos en el Cielo, y vivas eternamente. R. Amén
 
Terminadas todas las ceremonias del Santo Bautismo, el Sacerdote despide al recién bautizado con unas palabras que recuerden las que Jesús solía dirigir a sus Apóstoles:

Sacerdote: (nombre del niño), vete en paz, y el Señor sea contigo. R. Amén

Bautizo



Hasta el año 1970 el bautismo en la Iglesia Católica se celebraba siguiendo el rito proclamado el año 1614. Según éste, el sacerdote salía revestido (alba, sobrepelliz, estola y capa pluvial moradas) del templo acompañado del acólito, celebrándose la primera ceremonia en el pórtico de la iglesia. Antes de iniciarla, el sacerdote se cercioraba sobre la parroquia a la que pertenecían y mantenía un diálogo con los padrinos; teniendo en cuenta que previamente se hacía un catecumenado. Desde el siglo IV hasta el VI, el sacerdote "exuflaba"o soplaba tres veces sobre el rostro del bautizado, como desprecio al demonio. Seguidamente se le marcaba el signo de la cruz en la frente y pecho, imponiéndole luego la mano sobre la cabeza, significando que la iglesia lo tomaba bajo la protección de Dios. A continuación se le daba la sal, anticipo de la eucaristía y banquete celestial, finalizando con esto la ceremonia a la puerta de la iglesia. Otro rito que aún se conserva a la salida del pórtico es el de las "arrebuchas" o “bolo”, en el que los padrinos arrojaban al aire confites, caramelos, frutos secos o monedas a los niños que esperaban.




En el antiguo ritual del bautismo, tras los exorcismos que tienen lugar a la puerta de la iglesia, el sacerdote pone el extremo izquierdo de la estola morada sobre el infante, que es llevado en brazos por el padrino o la madrina, y colocándose a la derecha conduce la comitiva hasta la pila recitando el Credo y el Pater.

En la ceremonia de recepción de la madre en la iglesia (benedictio mulieris post partum) el sacerdote acompaña a la madre hasta el altar, y ella sostiene el extremo izquierdo de la estola.


Para bautizar, los ornamentos morados se cambian por los blancos.


martes, 25 de octubre de 2011

Particularidades Misa de Requiem

Es necesario que recordemos cómo se desarrollaban las exequias hasta el Concilio Vaticano II. Como nos dice el liturgista Martínez de Antoñana, “las exequias comprenden el levantamiento del cadáver en la casa mortuoria y su conducción a la iglesia funerante, los Oficios fúnebres celebrados en ésta, el acompañamiento hasta el cementerio y el sepelio”.

El cadáver, una vez lavado y amortajado, se velaba en la casa mortuoria o en otro lugar conveniente sobre paño negro y con velas a los lados con los pies hacia delante, depositado sobre escaño o en el suelo. Como mortaja, además de la sábana o sudario, podía elegirse por el mismo difunto o sus familiares, un hábito religioso o las insignias de sus cargos y títulos. Las Cofradías solían tener el ajuar necesario para ello.


El tiempo de procederse a ellas no podía ser antes de transcurridas veinticuatro horas del fallecimiento ni exceder a tres días, aun en el caso de cadáveres embalsamados. Aunque en caso de necesidad podían celebrarse a cualquier hora del día de la salida del sol hasta su ocaso, se prefería la mañana, para que pudiera celebrarse la misa exequial corpore insepulto, a no ser que la solemnidad del día lo impidiera.

A la familia o herederos del difunto correspondía invitar al clero secular, religiosos o cofradías para que asistieran corporativamente, cuya asistencia es algo común en el mundo católico de la Baja Edad Media y de la Moderna, teniendo que ser aceptados por el párroco, a quien correspondía presidir por Derecho Canónico.

Los servicios religiosos fúnebres, en los que se refleja la jerarquización de la sociedad, salvo en el caso de extrema pobreza, eran remunerados, cuyas tasas eran reguladas por los sínodos diocesanos: entierro en la parroquia, entierro en otra parroquia o convento, número de clérigos asistentes, solemnidad en la celebración.

Se convocaba a los asistentes por especial tañido de campanas, los dobles, que acompañaban todos los ritos funerarios. El orden de precedencia se considera por la mayor proximidad al cadáver. Delante iban, de dos en dos, primero, los cofrades con sus pendones o estandartes, a los que seguían los acólitos (cruciferario llevando la Cruz alzada de la iglesia funerante, ceroferarios y el del acetre e hisopo) y el clero, primero el regular y después el secular, cerrado por el preste. Los fieles iban detrás del féretro.


Los clérigos, revestidos de sobrepelliz y, según la solemnidad, de capa pluvial negra (sólo el preste llevaba estola), solían llevar cetros o pértigas o cirios y velas, que portaban también los cofrades que participaban, preocupación importante debido a su alto coste. Por lo común la cera era de color tiniebla o amarilla, aunque en el caso de alguna Hermandad se habla de cera blanca, más costosa.

 En el traslado del cadáver, siempre por el camino más corto, a hombros, en parihuelas a mano o en carroza fúnebre con los pies hacia delante, aun en el caso de ser presbítero, el féretro se cubría con paño negro, que podía estar adornado de una cruz encarnada o morada y emblemas fúnebres. Habiéndose realizado el levantamiento del cadáver, se organizaba el cortejo en el mismo orden. En el camino se cantaba el salmo Miserere en tono primero, y los graduales y penitenciales, si fuere necesario, en modo segundo gregoriano.

A la entrada de la iglesia se cantaba el responsorio Subvenite y los clérigos se retiraban al coro para cantar el Oficio de Difuntos. Tanto en él como en la misa el órgano sólo podía tocar como acompañamiento del canto.

El cadáver se colocaba si era presbítero, con la cabeza hacia el altar y, si no, al contrario, en el túmulo cubierto de paño negro, preparado en medio de la iglesia, sobriamente adornado con flores y velas (al menos dos) e, incluso, las insignias sacerdotales, los títulos y escudos nobiliarios o estandarte.

En el altar sólo se colocaban la cruz y seis candeleros, sin ningún adorno de flores, reliquias ni imágenes de santos, frontal de color negro, o morado si había reserva eucarística, con el pavimento del presbiterio desnudo, sólo con una alfombra morada o negra sobre la tarima.

Se abría el Oficio con el Invitatorio Regem cui omnia vivunt, al que sucedía, al menos, el Primer Nocturno de Maitines seguido de los Laudes. Si lo permitía la hora, a continuación se celebraba la misa exequial, que acaba en vez de con el Ite missa est con el Requiescant in pace. Las velas se distribuían y tenían encendidas al evangelio, desde antes del prefacio hasta la sunción del Sanguis y durante la absolución. Después de ella se tiene la oración fúnebre y, por último, la absolución sobre el cadáver, como apéndice y conclusión de la Misa de Requiem.  Si no se celebraba la misa, la absolución seguía al Oficio.

Para ello, el subdiácono de la misa con la cruz, flanqueado por los acólitos ceroferarios, se colocaba a la cabeza del túmulo. El clero con velas encendidas se repartía a ambos lados de éste. El preste, con pluvial, diácono y presbítero asistente, si había, se colocaban en el lado frontero a la cruz. Todo preparado, se cantaba el responsorio Libera me Domine con sus oraciones complementarias, durante el que se rociaba con agua bendita e incensaba rodeándolo.

Terminados los ritos a celebrar en la iglesia, el cadáver era conducido al lugar de enterramiento con el mismo orden que se observó de la casa a la iglesia, en cuyo trayecto se cantaba la antífona In paradisum, que se podía repetir cuantas veces hiciera falta o añadir salmos graduales.


Existía la costumbre de hacer estaciones en el trayecto de los traslados, las posas o paradas, y asperjar el cadáver con agua bendita después del canto del Libera me, que aunque no aparecían en el Ritual y eran un signo de ostentación, se permitían oficiosamente por ser una pingüe entrada de centavos para los clérigos.


Llegados al lugar del sepelio, se entonaba la antífona Ego sum con el Benedictus, tras el que seguían unas plegarias durante las que se asperjaba y turificaba el cadáver, tras lo cual era sepultado.

Posteriormente el párroco asentaba en el Libro de Defunciones el nombre y edad del difunto, el de los padres o el del cónyuge, cuándo falleció, quién le administró los últimos sacramentos y cuáles y el lugar y tiempo de la sepultura.

Muy frecuentes, por el alto índice de mortalidad infantil eran las exequias de párvulos, es decir, de bautizados fallecidos antes de tener uso de razón, que se consideraba se adquiría cumplidos los siete años. En el Ritual se suprimen todos los signos de duelo y se prescriben signos de alegría: ornamentos blancos, repique de campanas, cantos especiales, misa votiva de Angelis en acción de gracias. El paño negro se sustituye por uno blanco que puede llevar franjas de oro y sobre él puede colocarse corona de flores en señal de inocencia. Se usan ornamentos blancos y cruz sin asta.


PARTICULARIDADES DE LA MISA DE REQUIEM

Uso de ornamentos Negros


La misa rezada de difuntos llamada también de Requiem a causa de las palabras con que empieza su introito comporta una serie de reglas especiales, a saber :

·                 Al principio de la misa se omite el salmo Judica me, es decir : después de decir la antífona Introíbo ad altare Dei y la respuesta del ministro, el celebrante prosigue diciendo inmediatamente Adjutorium nostrum in nómine Domini y el resto (Confíteor, etc.) como de ordinario.

·                 Al comenzar a leer el introito no se santigua sino que apoyando la mano izquierda sobre el altar, con la derecha traza un signo de cruz sobre el misal. Después del versículo del psalmo no dirá Gloria Patri etc. sino que repite directamente el introito: Requiem aeternam etc.

·                 No se dice el Gloria in excelsis ni tampoco el Alleluia, sino que tras la Epístola se lee el gradual y la prosa o sequencia Dies irae.

·       Antes del Evangelio no dice Jube Domine benedícere, ni Dominus sit in corde meo etc.  Tampoco se besa el texto del Evangelio al final ni se dice per evangélica dicta etc.


·       Al ofertorio no ha de trazar el signo de cruz sobre la vinajera pero sí debe recitar la oración Deus qui humanae substantiae etc. y al final del psalmo Lavabo inter innocentes no dice Gloria Patri etc. ni hace inclinación a la cruz.

·       Al Agnus Dei en lugar de miserere nobis el celebrante dirá dona eis réquiem, y en lugar de dona nobis pacem dirá dona eis réquiem sempiternam. Se omiten los tres golpes de pecho, de manera que el celebrante recitará todo el Agnus Dei medianamente inclinado y con las manos juntas ante el pecho, sin apoyarlas sobre el altar.


·       Se omite la primera de las oraciones de preparación a la comunión, es decir: la que empieza por Domine Jesu Christe qui dixisti.

·       Al final de la misa en lugar de decir Ite Missa est dirá Requiescant in pace pero sin volverse de cara a los fieles sino permaneciendo de cara al altar. Y se responde Amén

No se da la bendición final sino que tras haber dicho la oración Placeat tibi etc. el celebrante besa el altar e inmediatamente se desplaza al ángulo del Evangelio para leer el inicio del evangelio de San Juan, como de ordinario.






Antes, como había más abundancia de clero, había más especialización: unos eran predicadores, otros directores espirituales, otros se dedicaban a la enseñanza... y también había los que se dedicaban sencillamente a administrar los sacramentos y a decir misas, eran los altaristas o curas de misa y olla. Normalmente, por ello, el predicador no era el que presidía u oficiaba la misa, sino que se limitaba a ocupar la "sagrada cátedra" o púlpito.

Ordinariamente, el  sermón tenía lugar inmediatamente después del Evangelio. Al final de la misa en el caso de las oraciones fúnebres y de sermones extraordinarios, como anuncio de un jubileo o acción de gracias por un suceso.

El hábito del predicador era su hábito religioso en el caso de regulares. En las oraciones fúnebres, según Antoñana, los seculares usaban el negro ordinario sin estola. En los demás casos, si quien predicaba era el celebrante, lo hacía revestido de los ornamentos, cubierta la cabeza, dejando la casulla y el manípulo en la sede, a no ser que predicara en el lado del evangelio, sentado o de pie. Si era otro clérigo, con sobrepelliz y, supuesta costumbre inmemorial con estola con el oficio del día y, en algunos sitios, pluvial.

Se dirigía el predicador al presbiterio y permanecía durante el Evangelio en el lado de la epístola, hasta que acabado éste se dirigía al preste y le pedía la bendición, tras lo que pasaba a ejercer su ministerio.

Catafalco

Catafalco, Túmulo:


El catafalco es un monumento fúnebre que se alza en la nave de la iglesia para representar moralmente al difunto durante las exequias solemnes, cuyo cuerpo puede o no estar presente en la iglesia.

Armazón recubierto de vestiduras negras que se instalaba en las iglesias para celebrar los funerales de un difunto.
La altura del Catafalco representa la importancia moral del difunto, siendo la parte superior la que representa su persona.

Sepulcro, zona elevada o armazón de madera o ataúd cuidadosamente adornado que es utilizado en los templos o lugares donde se celebran las exequias o enterramientos de cuerpo presente, o de aniversario en los funerales solemnes.










Catafalcos Papales:



S.S. Pio IX

S.S. Leon XIII

S.S. Pio X

S.S. Benedicto XV

S.S. Pio XI

S.S. Pio XII


Catafalcos Reales



Emperatriz Zita de Austria

Rey Alfonso XII de España (erigido en Malinas, Filipinas)
Catafalco Presidencial

Don Miguel de San Román Presidente del Perú

Misas de Difuntos

Yo no sé si, ¡ay de mí!, han estado en un funeral: “aleluya”, aplausos, frases risueñas, uno se pregunta si esta gente leyó alguna vez el Evangelio; Nuestro Señor mismo lloró sobre Lázaro y su muerte. Aquí, con este sentimentalismo insípido, no se respeta ni siquiera el dolor de una madre. Yo les habría mostrado cómo asistía al pueblo a una Misa de difuntos, con qué compunción y devoción se entonaba aquel magnífico y tremendo “Dies Irae”.
Domenico Cardenal Bartolucci 

(Videos de la Misa de difuntos con el Réquiem en Re menor compuesto por Wolfgang Amadeus Mozart)
 
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Dales Señor el descanso eterno; cantaba la antigua liturgia
Mereces un himno, Dios, en Sión; rezaron generaciones enteras
atiende a mi oración. Tú, hacia quien van todos los mortales; entonaron nuestros abuelos por sus padres.



¿Qué alma cristiana no se compungía al escuchar sobre el día de la ira, aquél día, en que la  totalidad de los siglos serán reducidos a cenizas?

¿Qué cristiano no  sentía el impulso de confesar sus pecados y arrepentirse cuando escuchaba sobre el terror que habrá en aquél futuro cuando vendrá el Juez a ¡exigirnos cuentas rigurosamente!?

¿Qué pecador no sentía la gracia del arrepentimiento y se preparaba para cuando se dejara escuchar la trompeta esparcir su sonido por las regiones sepulcrales para que todos nos reunamos ante aquél Trono?

¿Qué bautizado no sentía el querer portarse mejor y aprovechar las gracias de los sacramentos cuando oía decir que hasta la naturaleza y la muerte se asombrarán cuando resuciten las criaturas para responder ante el Juez?

¿Qué hombre no sentía la imperiosa necesidad de corregir su camino cuando escuchaba de aquél Juez. que, cuando tome asiento, todo lo que estaba oculto saldrá a la luz y que nada quedará impune? y no sólo eso...
¿Quien no se arrojaba a los pies de la Cruz diciendo ¿Qué podré decir yo, desdichado? ¿A qué abogado invocaré, cuando ni los justos están seguros?

Y una vez ya arrepentido y poniéndose en paz con Dios, ¿no rompía en sollozos cantándole a aquél Rey de majestad tremenda que a quien salve será por su gracia... ¡sálvame, fuente de piedad!



Con el Recordare Confutatis, parte aún de la Secuencia

¿Qué pecador no clamaba a Cristo piadoso pidiéndole que recordase que somos la causa de que haya venido, rogándole para que no nos pierda ese día
Pidiendo para que el trabajo que Cristo hizo al venir y ser crucificado por nosotros no sea en vano


Día de lágrimas aquél en que resurja del polvo para ser juzgado el hombre reo.
Perdónale pues, Dios Piadoso Jesús, Señor, dales el descanso.

Tal era la profundidad y piedad del Rito antiguo de las Exequias









Señor Jesucristo, Rey de la gloria, libera a las almas de todos los fieles difuntos de las penas del infierno y de las profundidades del lago.
Líbralas de la boca del león, que el abismo no las absorba, ni caigan en las tinieblas

Nota;
La música compuesta para la Santa Misa era interpretada en su totalidad
Mientras el coro entonaba los cantos el sacerdote iba y se sentaba a esperar que la música/oración concluyera íntegra.

En la Misa nueva el sacerdote corta con un gesto o ademán la música, dejando las composiciones a medias e incompletas.

lunes, 24 de octubre de 2011

DELENDA EST LITURGIA ("¡La Liturgia ha de ser Destruida!")


Las comunidades no católicas podrán celebrar la Cena con las mismas oraciones que la Iglesia Católica. Es Teológicamente posible".
Hermano Max Thurian (Comunidad de Taizé)


Tales palabras, pronunciadas por el prior de la comunidad luterana de Taizé (comunidad "ecuménica"), prueban ya sin lugar a dudas que la liturgia católica ha sufrido una transformación fundamental. Dada la íntima unión existente entre la fe y los ritos que la expresan (recuérdese el famoso adagio "Lex orandi, lex credendi"), el cambio substancial de uno de estos elementos implicará necesariamente el del otro, y viceversa. De allí que podamos afirmar y concluir con el pastor René BARJAVEL: "La Iglesia Católica ha quebrantado su liturgia, expurgado sus ritos, ocultado sus misterios, bajado la llama de su alegría; con toda premura se hace protestante".

Quien siembra el viento, cosecha la tempestad

SEMBRANDO EL VIENTO

--LA REVOLUCIÓN LITÚRGICA
 
  Las raíces de la actual desolación y destrucción de la liturgia deben buscarse en la desviación del llamado MOVIMIENTO LITÚRGICO, que fuera fundado por Dom GUERANGER y que alcanzó su apogeo bajo el impulso de SAN PIO X. Los autores de la actual reforma litúrgica, aunque pretendiendo ser los continuadores de la obra emprendida por Dom Guéranger y San Pío X, la han desvirtuado, dándole un sentido completamente distinto y contrario al que tenía en la intención de sus fundadores.

  "Legem credendi statuat lex supplicandi": "Que la regla de la oración estatuya la regla de la fe". Este axioma "invertible", expresa la relación estrecha y fundamental que existe entre la fe que se profesa y el culto a través del cual se manifiesta esa fe. Es imposible atacar o modificar una sin afectar a la otra. Plenamente conscientes de ello, todos los heresiarcas y falsos reformadores que se han levantado contra la fe católica y contra la Iglesia, han intentado modificar el culto, es decir, la expresión litúrgica de los misterios de la fe, para destruir así esa misma fe.


  Ejemplo clarísimo de ello es Lutero: "Destruid la Misa y destruiréis el Catolicismo", destruid el Santo Sacrificio, modificad sus ritos venerables y portadores de gracias, y anularéis la expresión de la fe católica, o la transformaréis en otra fe, que ya no será la católica...



--LA SUBVERSION LITÚRGICA EN EL SENO DE LA IGLESIA

  Durante su pontificado el mismo San Pío X señalaba que, desde entonces, el enemigo ya no se encontraba afuera sino dentro de la Iglesia, en los seminarios, en los conventos, en las filas del clero católico.

  El antecedente más inmediato de esta penetración lo constituye el sínodo de Pistoya, convocado en 1786 por instigación del archiduque de Toscana, que quería llevar a cabo en sus estados una reforma de la Iglesia conforme a sus antojos (y sus antojos eran jansenistas). Dicho sínodo fue condenado por S.S. Pio VI en la bula "Auctorem fidei". Desde el punto de vista litúrgico, sus errores revelan una tendencia a la desacralización y a la profanación, a la disgregación y a la anarquía, tendencias que ya habían ganado gran parte de la Europa católica antes de su formulación expresa en Pistoya. Estos errores revivirán, casi idénticos, en el "Movimiento Litúrgico" desviado

  El Movimiento Litúrgico que fue iniciado por Dom Guéranger (estando Europa sumergida en plena "herejía anti-litúrgica ") para devolver al clero el conocimiento y el amor de la liturgia romana y para intensificar la unión de los fieles a la liturgia; condujo finalmente a la restauración litúrgica realizada por San Pío X. A partir de 1920 sufre graves desviaciones a causa de los mismos hombres de Iglesia que se decían continuadores de la obra de Dom Gueranger, los cuales sientan las bases y principios directores que desembocarán en la actual reforma.

  La desviación del Movimiento comienza con Dom LAMBERT BEAUDUIN, con su tendencia a insistir excesivamente sobre la importancia didáctica y pastoral de la liturgia; dicha tendencia se transformará en preeminencia con los años.

  Este benedictino, luego de contactos con anglicanos y con representantes de las iglesias orientales, propulsa un ecumenismo completamente desviado. Roma aún no se da cuenta del peligro y permite a Dom Beauduin fundar en Amay-sur-Meuse un "Monasterio de la Unión", con dos comunidades paralelas, una católica y otra ortodoxa. Inspira a sus monjes tal amor al oriente que poco después muchos de ellos se pasan a la iglesia ortodoxa. Roma se alarma y Dom Beauduin debe abandonar su monasterio. Protegido por Mons. IZART, obispo de Bourges, organiza retiros (que él mismo llama "un poco canallas") en los cuales insufla sus ideas reformistas y ecuménicas a los sacerdotes que participan, especialmente a capellanes de grupos scouts. Desde 1924, Dom Beauduin se conecta con Mons. RONCALLI, que siempre lo protegerá eficazmente y que adopta, al menos parcialmente, sus ideas.

  El movimiento litúrgico de Alemania también se desvía rápidamente:
  • Dom HERWEGEN, abad de Maria-Laach, quiere liberar a la liturgia de "Las escorias de la Edad Media",
  • Dom CASEL quiere hacerla "salir de las teorías post-tridentinas de Sacrificio". Así, ya en 1920- 1925, se trata de atenuar el carácter sacrificial de la Misa.
  • Romano GUARDINI ("maestro de la intuición psicológica") impulsa la moda de la "experiencia religiosa personal".


Estas desviaciones fueron combatidas en Alemania por Mons. GROBER, arzobispo de Friburgo, pero se encontró aislado: todos los demás obispos alemanes sostenían al Movimiento.

  En Francia hay multitud de innovaciones anárquicas en los campamentos scouts, en los movimientos de acción católica, y en los campos o colonias de vacaciones, en que intervienen la mayoría de los seminaristas.

  En 1943 se funda el Centro de Pastoral Litúrgica, al cual Dom Beauduin fija la línea de conducta: pedir las reformas con mucha prudencia, simulando un gran respeto por la jerarquía, pero utilizando a los obispos para hacer presión sobre Roma.

  Pío XII toma conciencia del peligro y expone la doctrina católica en dos encíclicas: "Mediator Dei et hominum" y "Mystici corporis Christi". Pero inmediatamente son desviadas de su sentido original por los comentarios de los innovadores.

  A partir de 1950 las posiciones subversivas son abiertamente defendidas en numerosas publicaciones, mientras que en las parroquias se multiplican las innovaciones: Misa cara al pueblo, lecturas y cantos en lengua vernácula, etc. En otros países, como Estados Unidos, España, Italia, el movimiento litúrgico, inexistente o menos avanzado, sufre desde 1950 la influencia subversiva de los movimientos alemán y francés. El Movimiento Litúrgico desviado se hace mundial. Las presiones sobre Roma se hacen enormes, y Roma misma, con reticencia, se encamina por la peligrosa vía de las concesiones: nueva versión del Psalterio, simplificación de las rúbricas del Breviario, reforma de los ritos de Semana Santa, Misa vespertina...

  Juan XXIII acaba la reforma litúrgica comenzada por Pío XII dando así un paso más en el sentido del Concilio. A pesar de algunas deficiencias, en esta última reforma la liturgia católica permanece sustancialmente incambiada, es decir, en los límites de la ortodoxia católica. Sin embargo se puede decir que en 1960 el Movimiento Litúrgico ha triunfa do: ha sacudido la antigua estabilidad de la liturgia católica y ha insinuado una nueva concepción de ella. La tarea será definitivamente afianzada por el próximo Concilio Ecuménico, ese Concilio que, según las palabras del cardenal SUENENS, será: "1789 en la Iglesia".

--LA CONSTITUCIÓN "SACROSANCTUM CONCILIUM"

"Yo creo que el culto divino, tal como lo regulan la liturgia, el ceremonial, los ritos y los preceptos de la Iglesia Romana, sufrirá próximamente en un concilio ecuménico una transformación que, al mismo tiempo que le devolverá la venerable sencillez de la edad de oro apostólica, lo pondrá en armonía con el estado nuevo de la consciencia y de la civilización moderna"
Canónigo ROCA (Apóstata del siglo pasado)

  La Constitución conciliar "Sacrosanctum Concilium" fue aprobada solemnemente por la abrumadora mayoría de 2.147 votos a favor y cuatro en contra, el 4 de diciembre de 1963, luego de una alocución en la cual PABLO VI le dio su pública aprobación.

  "Sacrosanctum Concilium" es una ley-base, es decir que solo provee las grandes líneas para la reforma litúrgica, sus principios básicos, dejando la aplicación práctica de tales principios al "Consilium" futuro y a las comisiones litúrgicas nacionales y diocesanas. El texto de la constitución conciliar (al igual que todos los demás documentos emanados del Concilio) admite dos lecturas paralelas: (pues sigue con la ambigüedad de los Textos Conciliares del Vaticano II)
(a) una perfectamente tradicional, afirmando principios ortodoxos, pero que carecen de aplicación práctica; y
(b) una modernista, que introduce los principios revolucionarios en germen y asegura la posterior evolución en sentido progresista.

El texto, pues, en su conjunto, está lleno de equívocos "sabiamente" calculados: Los principios tradicionales son inmediatamente corregidos por un "pero" o un "sin embargo" que abren la puerta a las innovaciones. Por eso mismo el documento es en sí mismo, contradictorio: permite lo que acaba de asegurar que no puede ser permitido, afirma lo que dice no puede ni debe ser afirmado. .. Esta es la razón por la cual se pueden citar párrafos distintos de la misma constitución para defender dos posiciones opuestas. En razón de esto, para conocer exactamente cuál de ambas partes, la tradicional o la modernista, es la verdaderamente intentada por los redactores del texto conciliar, hay que recurrir (como los mismos progresistas han hecho) al espíritu en que fue redactada.

  ¿Cuál era, pues, este espíritu? Lo podemos conocer a través de las intervenciones de los Padres Conciliares reconocidos como expertos en materia litúrgica. Estos fueron los que guiaron la opinión de los demás Padres.

  El ala progresista del Concilio contaba entre sus miembros a gran cantidad de obispos misioneros en Asia y Africa. Entre ellos:

  • Mons. VAN BEKKUM, quien afirmó la importancia de la "espontaneidad" en la liturgia y propuso "cristianizar" las fiestas paganas;
  • Mons. D'SOUZA (India), que destacó la necesidad de "incorporar los ritos autóctonos" (es decir paganos) en el ritual de los sacramentos (dicho anhelo se ha realizado sobradamente en el actual rito Hindú de la Misa), y asimismo, la necesidad de "hacer la liturgia inteligible", introduciendo sin restricciones el uso de la lengua vernácula;
  • Mons. NAGAE, a su vez, protestó por la manera "demasiado occidental" en que se presentó el cristianismo en Japón, y de allí, afirmó la urgencia en simplificar los ritos, eliminar las genuflexiones "propias de la cultura occidental" (!) y los numerosos signos de la Cruz (¿también demasiado "occidentales"?).
Pero la proposición más interesante fue la efectuada por;
  • Mons. DUSCHAK (Filipinas): la necesidad de elaborar una misa "ecuménica", modelada sobre la Última Cena (en otras palabras, reducir la misa a la cena protestante, reducir el Sacrificio verdadero a un simple memorial). Con una ejemplar falta de lógica, al ser preguntado si sus fieles le habían solicitado tal cosa, respondió: "No, incluso pienso que se opondrían, así como se oponen numerosos obispos. Pero si se la pudiese poner en práctica, creo que acabarían por aceptarla". 

  Un hecho basta para poner en claro cuál era el espíritu que animó estas primeras sesiones del Concilio: Al tomar la palabra el anciano Cardenal OTTAVIANI para protestar contra semejantes desatinos (éstos y otros más, puesto que los ya mencionados no son los peores), por orden del cardenal ALFRINK, en ese momento presidente de la sesión, le fue cortado el micrófono y debió sentarse nuevamente, entre las risas y aplausos burlones de gran parte de los Padres Conciliares.

  Poco antes de que acabara el Concilio, se habían aprobado, a título experimental, y como lógica consecuencia de "Sacrosanctum Concilium", tres fórmulas de misa distintas, en las cuales la totalidad de la misa, incluso el Canon, debían decirse en voz alta, en lengua vulgar (vernácula) y de cara al pueblo.

--ERRORES PARTICULARES DE LA CONSTITUCIÓN CONCILIAR

  Como ya hemos dicho, constituye solamente una ley básica, cuya aplicación práctica, particularizada, será llevada a cabo posteriormente por una comisión especial creada a tal objeto. Asimismo, constituye un compromiso, un equilibrio momentáneo e inestable, entre el conservadorismo y el progresismo... Equilibrio éste que el futuro "Consilium" se encargará de destruir. Inaugura una transformación fundamental de la liturgia, anunciando la revisión del rito de los sacramentos (en especial de la Misa, del Bautismo y de la Confirmación) y de los sacramenta les, y la elaboración de un rito de concelebración.

  El principio director de toda la reforma litúrgica es el ECUMENISMO: el mismo prefacio de la constitución habla de la Liturgia como un medio para promover el ecumenismo. De allí surge la imperiosa necesidad de reformar el rito de la Misa, abandonando el codificado por el Papa San Pío V, que es la máxima afirmación de la Fe Católica, y que justamente por ello, constituye el máximo impedimento al ecumenismo protestantizante.

  Sienta el principio, asimismo, de que la liturgia debe adaptarse a los tiempos modernos, y con ello, afirma también la necesidad del cambio, la necesidad de la evolución de la liturgia; en pocas palabras, instaura la revolución permanente en el seno de la liturgia.

  Otro error es destacar excesivamente, hasta darle la primacía, el carácter educativo-pastoral de la liturgia, lo cual va en desmedro del fin primordial de la misma, que es la gloria de Dios.

  Se manifiesta claramente la tendencia biblista, condenada ya numerosas veces por la Iglesia.

  Se consagra como principio la ultra-participación activa de los fieles en el rito litúrgico: lo cual se transforma en comunitarismo y culmina en el culto del hombre. Todo esto se encuentra envuelto en la más perfecta de las ambigüedades.

--LOS ERRORES DE PISTOYA EN MATERIA LITÚRGICA

  Los errores germinales de la "Sacrosanctum Concilium" y su explosión "primaveral" en la nueva liturgia son de una semejanza sorprendente con los errores condenados por S.S. Pio VI en la Bula "Auctorem Fidei". Para darse cuenta basta la simple enumeración de las proposiciones condenadas, en materia litúrgica, del conciliábulo de Pistoya:

La proposición XXVIII, que da a entender que falta una parte esencial del Sacrificio en las Misas en las cuales nadie comulga (excepto el sacerdote), Denzinger N° 1528
XXIX, que omite deliberadamente la palabra transubstanciación, Dz 1529;
XXX, que califica de error la creencia en el poder del sacerdote para aplicar el fruto especial del Sacrificio a una persona en particular, Dz 1530;
XXI, que declara conveniente y deseable que no haya en cada iglesia sino un solo altar, Dz 1531;
XXXII, que prohíbe poner reliquias de santos o flores sobre el altar, Dz 1532;
XXXIII, que manifiesta el deseo de ver la liturgia vuelta a una mayor sencillez de los ritos, expuesta en lengua vulgar y pronunciada en voz alta, Dz 1533;
XXXIV, que insinúa la necesidad de reformar el rito de la penitencia "para verse libre de las sutilezas que en el decurso del tiempo se le han añadido", Dz 1534;
LXI, LXII y LXIII, que condenan la adoración de la humanidad de Nuestro Señor Jesucristo, especialmente de Su Sacratísimo Corazón, Dz 1561- 1563;
LXIV, que tacha de superstición la eficacia que se ponga en determinado número de preces y piadosos actos (contra las indulgencias), Dz 1564;
LXVI, que afirma que sería contra la práctica apostólica y los consejos de Dios el no procurar al pueblo modos más fáciles de unir su voz con la voz de toda la Iglesia, Dz 1566;
LXVII, que hace de la Sagrada Escritura la fuente casi exclusiva y necesaria de la vida cristiana (con las lógicas consecuencias en el ámbito de la liturgia), Dz 1567;
LXIX y LXX, que reprueban el culto especial que los fieles tributan a las imágenes, Dz 1569-1570;
LXXI, que prohíbe distinguir las imágenes de la Santísima Virgen por algún título que no diga mención a los misterios mencionados expresamente en la Sagrada Escritura, Dz 1571;
LXXIII y LXXIV que enuncian, respectivamente, que la institución de nuevas fiestas (o sea, posteriores a la "edad apostólica ") ha sido un descuido de la Iglesia, y que se han de suprimir las fiestas de precepto, trasladándolas al domingo, Dz 1573-1574;
LXXXIV, que pretende que únicamente debe existir la orden de San Benito, uno o dos sacerdotes por monasterio y que se deben decir solamente una o dos misas cotidianas en cada convento, al mismo tiempo que se recomienda la concelebración, Dz 1584-1591.



--LA HEREJÍA ANTILITÚRGICA SEGÚN DOM GUERANGUER

  Se trata de un resumen de la doctrina y práctica de la secta anti-litúrgica respecto a la "depuración" del culto por ellos proclamada. Dichas observaciones abarcan especialmente el período que va del siglo XVI al XIX. Lo sorprendente es la correspondencia de muchos de estos principios con los contenidos implícita o explícitamente en la Constitución litúrgica y en la nueva misa.

l. El odio a la Tradición tal como se encuentra en las fórmulas del culto divino.

2. Sustituir las fórmulas de estilo eclesiástico (en el sentido más profundo de la palabra) con lecturas de la Sagrada Escritura.

3. Fabricar e introducir fórmulas nuevas (ya que no pueden siempre someter la Sagrada Escritura a sus propósitos).

4. Una habitual contradicción con sus propios principios.

5. Quitar de la liturgia todas las ceremonias y todas las fórmulas que expresan los misterios de la fe.

6. Extinción total del espíritu de oración, de la unción propia de la liturgia católica.

7. Supresión de los intermediarios en el culto: calendario litúrgico sin Santos.

8. Uso de la lengua vernácula en el culto divino.

9. Liberación de la fatiga y molestias que imponen al cuerpo las prácticas de la liturgia. Disminución de las oraciones públicas y particulares.

10. Odio a la institución papal ... y al poder papal.

11. Supresión del sacerdocio: todos, aun los "ministros", se transforman en laicos.

12. Sumisión del culto, así como toda la religión, al poder secular.

  Todos estos principios se encuentran en la práctica actual de la Iglesia. Evidentemente no en el mismo grado y con la misma claridad (evitemos las conclusiones simplistas). Pero están allí, dirigiendo toda la reforma.

  Que los nueve primeros se encuentran, basta leerlos para darse cuenta. Que también se encuentran los tres últimos, un simple razonamiento lo demuestra.
 La colegialidad, el gobierno democrático, especialmente a través de las Conferencias episcopales, han debilitado totalmente el poder papal.

  La supresión del sacerdocio se opera, no por un decreto, sino gradualmente: los sacerdotes se secularizan (total o parcialmente) hasta confundirse con los laicos; o, lo que lleva al mismo término por la vía contraria, los laicos se "sacerdotalizan"

  Finalmente, el "ecumenismo político" y la "Ostpolitik" del Vaticano se ocupan de someter la religión y el culto a los poderes temporales, ya liberales, ya comunistas.

  ¿Cómo pudo llegar la Iglesia a caer en lo que durante tantos siglos combatió y condenó? Misterio de iniquidad. Pero, ¿cómo puede alguien afirmar que los principios de la reforma litúrgica contenidos ya en el Concilio son católicos? Misterio de necedad e ignorancia. El pecado y la ignorancia, los dos males con que todo hombre nace, y el rechazo de la gracia, tales son las explicaciones últimas de la liturgia actual.

"Quien siembra el viento, cosecha la tempestad".

COSECHANDO LA TEMPESTAD

--EL "CONSILIUM", ORIGEN DE TODAS LAS DEMÁS REFORMAS LITÚRGICAS

  Cuando se considera, aun brevemente, la evolución del Movimiento litúrgico desviado, se tiende a considerar la constitución "Sacrosanctum Concilium" como el punto de llegada, el término de aquélla evolución. ¡Nada más lejos de la verdad! Para los innovadores la constitución es, por el contrario, sólo un punto de partida bastante imperfecto, incluso "conservador", y como tal, pronto será dejado de lado.

  En efecto, la constitución es sólo el documento inicial en el cual se apoyarán para introducir las reformas siguientes. Al sucederse los documentos elaborados por el "Consilium", cada nuevo paso se basará, no ya en la constitución conciliar, sino en el documento inmediatamente anterior de modo tal que, con sorprendente rapidez, las reformas habrán ido mucho más lejos de lo que permitía suponer la letra de "Sacrosanctum Concilium".

  Los innovadores invocarán siempre el espíritu del Concilio más que su letra. Y aunque pueda sorprender, ello es coherente: la letra es ambigua, pero el espíritu, como hemos visto, es absolutamente claro. Ateniéndose a él, sus reformas no serán más que el desarrollo extremo de los principios aceptados por los Padres Conciliares.

--EL "CONSILIUM"

  Pablo VI en 1964, en el "motu proprio" "Sacram Liturgiam", creó el "CONSILIUM AD EX SEQUENDAM CONSTITUTIO NEM DE SACRA LITURGIA", la comisión para poner en práctica la constitución conciliar sobre la liturgia, encargándole la revisión de los ritos y libros litúrgicos, y en general, la aplicación práctica de los principios enunciados por "Sacrosanctum Concilium".

  Este "Consilium", desde el comienzo de su actuación (y hasta su disolución en 1969, acabada su tarea de destrucción), irá gradualmente desposeyendo de sus poderes a la Sagrada Congregación de Ritos (pronto convertida en la Sagrada Congregación para el Culto Divino).

  En su organización sus miembros se repartirán en dos grandes grupos: primero, el "Consilium" oficial, con sus integrantes elegidos por el Pontífice y en su mayor parte formado por personajes eclesiásticos reconocidamente comprometidos con el Movimiento Litúrgico; y en segundo lugar, los consultores y expertos, elegidos por el "Consilium ", quienes serán los que realicen efectiva mente las reformas, presentadas luego al Pontífice a través del "Consilium" oficial (en este grupo se encuentra la "crema" del Movimiento Litúrgico). La comisión encargada de la reforma del "Ordo Missae" contaba además con la presencia de seis observadores protestantes. Se ha negado que tuvieran alguna intervención activa en dicha reforma, pero Mons. BAUM (integrante de la conferencia episcopal de Estados Unidos y miembro del "Consilium") ha confirmado lo contra rio: "No están allí simplemente como observadores, sino también como consultores, y participan plenamente en las discusiones sobre la renovación litúrgica católica".

--OBJETIVOS DEL "CONSILIUM"

  El objetivo principal del "Consilium" fue fijado por el mismo Pablo VI: "Hacer la liturgia más pura, más genuina, más próxima a sus fuentes de verdad y gracia, más apta para ser patrimonio espiritual del pueblo".

  De tales errores ya condenados por sus antecesores (arqueologismo, comunitarismo, preocupación excluyente por la "inteligibilidad" de los ritos), planteados como principios rectores y como meta de las reformas, sólo podían surgir los frutos que hoy vemos.


 
Annibale BUGNINI, secretario del "Consilium", maestro consumado en estos menesteres, ha expuesto claramente el método y los objetivos de los reformadores: "Para que el paso de lo viejo a lo nuevo ocurra sin solución de continuidad, sin repentinos contrastes o perjudiciales retrocesos, sino por medio de una lenta y gradual y natural evolución hasta la perfecta restauración de toda la maravillosa obra maestra, que es la sagrada liturgia".

Toda la acción del "Consilium" se basará sobre principios erróneos:
El regreso a las fuentes, el arcaísmo o arqueologismo denunciado por Pío XII en Mediator Dei:
-destruir la Tradición viviente para reconstruir artificialmente estructuras ya muertas;
-La desacralización, consecuencia forzosa de ese primitivismo artificial, que en vez de revalorizar lo sagrado, conduce hacia lo profano;
-La obsesiva preocupación por la inteligibilidad de los ritos, que lleva implícito el desprecio hacia la capacidad intelectual de las generaciones anteriores y que bajo la apariencia de facilitar la comprensión, lleva irremisiblemente hacia una simplificación tal, que nos considera como una generación de retardados;
-El comunitarismo, la alteración y sobrevaloración de la importancia de la comunidad, y que en realidad es más el culto de las masas propio del comunismo que un verdadero espíritu comunitario;
-El activismo, las manifestaciones meramente físicas de la participación en los ritos, considerándolo lo único importante, el único signo por el cual se valora la espiritualidad de una comunidad;
-Todos estos errores confluyen en uno solo: la substitución progresiva del culto de Dios por el culto del hombre.

--LA OBRA DEL "CONSILIUM"

  Haciéndose eco de las palabras de Lutero ya citadas, "Destruid la Misa; y destruiréis la Iglesia Católica", los reformadores comenzaron inmediatamente su tarea: en poco menos de tres meses, ya se había elaborado un nuevo rito para la concelebración y para la comunión bajo las dos especies, a la vez que se estaban realizando las primeras concelebraciones "ad experimentum".

  ¿Cómo explicar un trabajo tan veloz y prolífico? No ciertamente por un milagro de espontaneidad y esfuerzo, sino más simplemente: en realidad, son los frutos largamente madurados del movimiento litúrgico desviado, son documentos que ya muchos años antes habían sido pensados y planeados hasta en sus mínimos detalles.

  Los documentos se irán sucediendo: las Instrucciones "INTER OECUMENICI" (septiembre de 1964) y "TRES ABHINC ANNOS" (mayo de 1967) son las más importantes por los poderes en materia litúrgica que conceden a las conferencias episcopales (reafirmando la falsa colegialidad) y, especialmente, por las reformas que introducen en el "Ordo Missae", acentuando el sentido protestante que se quiere dar a la Misa: con el canon en voz alta, se quiere convertir a la consagración en el relato de la Cena y no ya en la renovación incruenta del Sacrificio de la Cruz; con la supresión de los gestos de adoración (genuflexiones, ósculos) se tiende a disminuir la fe en la Presencia Real de Cristo en las especies consagradas.


 
Según Bugnini, todas estas reformas introducidas en el "Ordo" carecían de importancia, eran mínimas y -el mismo Bugnini lo reconoce- agradaban a los interesados en el movimiento litúrgico: (las reformas) "se refieren, por lo general, a las ceremonias que reclaman una mayor agilidad, debido a que la celebración en lengua vernácula y, frecuentemente, frente a la asamblea, hace que algunos gestos resulten anacrónicos y superfluos y que, por lo tanto, sobre todo en algunos ambientes donde ha aumentado el interés por la liturgia, provoquen incomprensión y fastidio".

  Las palabras de Bugnini son, en cierto modo, válidas: la Misa, con tantas alteraciones, mutilaciones y reformas, en sus oraciones y gestos simbólicos, con tantos cambios físicos que la rodean (altar separado, celebración cara al pueblo, supresión del tabernáculo en los altares, etc.), se había convertido en un híbrido irreconocible, y estaban dadas las condiciones necesarias para reemplazarla por un nuevo ordenamiento del rito.

  El Padre Bugnini elaboró una nueva misa que, bajo el nombre de MISA NORMATIVA, fue presentada al Sínodo de los Obispos reunidos en Roma, en octubre de 1967, y fue adoptada por una mayoría de 71 votos simplemente afirmativos, más 62 afirmativos "iuxta modum" es decir, con ciertas reservas. Tales reservas, que han hecho creer a algunos que dichos votos eran negativos, en realidad se referían a cuestiones secundarias, sin alterar de ningún modo ni el ordenamiento, ni las oraciones de la Misa.

Esta Misa normativa retocada, será el "NOVUS ORDO MISSAE" impuesto en 1969.

Este proceso de descomposición de la Misa será acompañado y completado por uno semejante en los ritos de todos los sacramentos y sacramentales.

--CONCLUSIÓN

Este rápido pantallazo nos ha permitido ver cómo los errores destructores de la Liturgia han entrado y señorean en la Iglesia desde los albores de la reforma de los sacramentos. Es un cáncer que ha penetrado en el cuerpo místico y se ha apoderado, a la manera de una leucemia, del flujo vital de éste, la Liturgia. Es un cáncer que progresa e intenta hacer metástasis en los órganos vitales, los sacramentos. Uno por uno estos órganos vitales irán cayendo bajo su poder