Este blog no tiene actualizaciones, y se lee hacia atrás, solo es una recopilación de distintas publicaciones de otros blog expertos en estos temas... las publicaciones no son mías... Y me atrevo a publicarlas para que conozcas la Bimilenaria tradición de la Iglesia.

viernes, 15 de julio de 2011

Carta Introductoria al Papa Pablo VI de los cardenales Alfredo Ottaviani y Antonio Bacci

Roma 25 septiembre 1969

Santidad,

Después de haber examinado y hecho examinar el nuevo Ordo Missae preparado por los expertos de la Comisión para la aplicación de la Constitución conciliar sobre la Sagrada Liturgia, y después de haber reflexionado y rezado durante largo tiempo, sentimos la obligación ante Dios y ante Vuestra Santidad de expresar las siguientes consideraciones:

1. Como suficientemente prueba el Examen Crítico anexo, por muy breve que sea, obra de un grupo selecto de teólogos, liturgistas y pastores de almas, el nuevo Ordo Missae –si se consideran los elementos nuevos susceptibles de apreciaciones muy diversas, que aparecen en él sobreentendidas o implícitas– se aleja de modo impresionante, tanto en conjunto como en detalle, de la teología católica de la Santa Misa tal como fue formulada por la 20ª sesión del Concilio de Trento que, al fijar definitivamente los «cánones» del rito, levantó una barrera infranqueable contra toda herejía que pudiera atentar a la integridad del Misterio.

2. Las razones pastorales atribuidas para justificar una ruptura tan grave, aunque pudieran tener valor ante las razones doctrinales, no parecen suficientes. En el nuevo Ordo Missae aparecen tantas novedades y, a su vez, tantas cosas eternas se ven relegadas a un lugar inferior o distinto –si es que siguen ocupando alguno– que podría reforzarse o cambiarse en certeza la duda que por desgracia se insinúa en muchos ámbitos según el cual las verdades que siempre ha creído el pueblo cristiano podrían cambiar o silenciarse sin que esto suponga infidelidad al depósito sagrado de la doctrina, al cual está vinculado para siempre la fe católica. Las recientes reformas han demostrado suficientemente que los nuevos cambios en la liturgia no podrán realizarse sin desembocar en un completo desconcierto de los fieles, que ya manifiestan que les resultan insoportables y que disminuyen incontestablemente su fe. En la mejor parte del clero esto se manifiesta por una crisis de conciencia torturante, de la que tenemos testimonios innumerables y diarios.

3. Estamos seguros de que estas consideraciones, directamente inspiradas en lo que escuchamos por la voz vibrante de los pastores y del rebaño, deberán encontrar un eco en el corazón paterno de Vuestra Santidad, siempre tan profundamente preocupado por las necesidades espirituales de los hijos de la Iglesia. Los súbditos, para cuyo bien se hace la ley, siempre tienen derecho y, más que derecho, deber –en el caso en que la ley se revele nociva– de pedir con filial confianza su abrogación al legislador.

Por ese motivo suplicamos instantemente a Vuestra Santidad que no permita, –en un momento en que la pureza de la fe y la unidad de la Iglesia sufren tan crueles laceraciones y peligros cada vez mayores, que encuentran cada día un eco afligido en las palabras del Padre común–, que no se nos suprima la posibilidad de seguir recurriendo al íntegro y fecundo Misal romano de San Pío V, tan alabado por Vuestra Santidad y tan profundamente venerado y amado por el mundo católico entero.

Alfredo cardenal Ottaviani
Prefecto de la Congregación para la doctrina de la Fe
Antonio cardenal Bacci

Breve Examen Crítico del Nuevo Ordo Missae

I

Al celebrarse en Roma en el mes de octubre de 1967 el Sínodo episcopal, se le pidió a la misma asamblea de Padres un juicio sobre la así llamada "Misa normativa", a saber, de esa "Misa", que había sido excogitada por el Concilium ad exsequendam Constitutionem de sacra Liturgia. Pero el esbozo de semejante Misa suscitó perplejidades entre los Padres convocados al Sínodo, de modo tal que, mientras de los 187 sufragios 43 la rechazaron abiertamente, 62 no la aprobaron sino juxta modum (con reservas). Tampoco se debe pasar por alto el hecho de que la prensa y los diarios internacionales anunciaron que aquélla nueva forma de la Misa había sido sin más rechazada por el Sínodo. En cambio, las publicaciones de los innovadores prefirieron pasar en silencio el asunto: No obstante, una revista bastante conocida, destinada a los obispos y que divulga las opiniones de éstos, describió el nuevo rito sintéticamente con las siguientes palabras: "Aquí se ordena hacer tabla rasa de toda la teología de la Misa. En pocas palabras, se acerca a esa teología de los protestantes, que ya abolió y destruyó totalmente el Sacrificio de la Misa".

Pues bien, en el Novus Ordo Missae, recientemente publicado por la Constitución Apostólica Missale romanum, se encuentra desgraciadamente casi la misma "misa normativa". Tampoco consta que las Conferencias episcopales, difundidas por todo el mundo, hayan sido entre tanto interrogadas, al menos en cuanto tales.

Efectivamente, en la Constitución Apostólica se afirma que el antiguo Misal promulgado por San Pío V el día 13 de julio del año 1570 (pero que en gran parte debe ser atribuido ya a San Gregorio Magno, y más aún, que se deriva de los primitivos (1) orígenes de la religión cristiana) en los últimos cuatro siglos fue para los sacerdotes de rito latino la norma para celebrar el Sacrificio; y no es sorprendente si en tal y tan grande Misal en todas partes del mundo "innumerables y además santísimos varones alimentaron con gran copiosidad la piedad de sus almas para con Dios, sacando de él ya sus lecturas de las Sagradas Escrituras, ya sus oraciones". Así leemos en el Novus Ordo; y, sin embargo, esta nueva reforma de la Liturgia, que arranca y extermina de raíz aquel Misal de San Pío V, es considerada necesaria por el Novus Ordo, "desde el tiempo en que con más amplitud comenzó a robustecerse y prevalecer en el pueblo cristiano el afán por fomentar la Liturgia".

Sin embargo, con la debida reverencia, sea permitido declarar que en este asunto hay un grave equívoco; pues si alguna vez se manifestó algún deseo del pueblo cristiano, esto aconteció estimulándolo principalmente el gran San Pío X cuando el pueblo mismo comenzó a descubrir los tesoros eternos de su Liturgia. El pueblo cristiano no pidió nunca una Liturgia cambiada o mutilada para comprenderla mejor; pidió más bien que se entendiese la Liturgia inmutable, pero nunca que la misma fuese adulterada.

Además, el Misal Romano, promulgado por mandato de San Pío V y venerado siempre religiosamente, fue muy querido para los corazones católicos tanto de los sacerdotes como de los laicos; de tal manera que nada parece haber en ese Misal que, previa una Oportuna catequesis, pueda inhibir una más plena participación de los fieles y un conocimiento más profundo de la sagrada Liturgia; y, por lo tanto, no aparece suficientemente claro por qué causa se cree que un Misal semejante, refulgente con tan grandes notas reconocidas además por todos, se haya convertido en un erial tal que ya no pueda seguir alimentando la piedad litúrgica del pueblo cristiano.

Sin embargo, la "misa normativa ", aunque rechazada ya "sustancialmente" por el Sínodo de los Obispos, hoy es nuevamente propuesta e impuesta como "Novus Ordo Missae", por más que tal Ordo nunca haya sido sometido al juicio colegial de las Conferencias. [Episcopales. N. del T.]. Pero si el pueblo cristiano ha rechazado cualquier reforma de la Sacrosanta Misa (y esto mucho más en tierras de misiones), no vemos por qué causa se imponga esta nueva ley, que, como por lo demás lo reconoce la misma predicha Constitución, subvierte una tradición inmutable en la Iglesia ya desde los siglos IV y V.

Por lo tanto, como esta reforma carece objetivamente de fundamento racional, no puede ser defendida con razones adecuadas, por las cuales no sólo se justifique ella misma si no también se torne aceptable para el pueblo católico.

Es verdad que los Padres del Concilio, en el párrafo 50 de la Constitución Sacrosanctum Concilium decretaron que las diversas partes de la Misa se ordenaran de tal modo, "que aparezcan con mayor claridad el sentido propio de cada una de las partes como también su mutua conexión". Pero de inmediato veremos cuán poco el Ordo recientemente promulgado responde a esos deseos, de los cuales apenas si parece quedar allí algún recuerdo.

Pues examinando con mayor atención y pesando de nuevo en la balanza cada uno de los elementos del Novus Ordo se llegará a esa conclusión de que aquí se han añadido o quitado tantas y tan grandes cosas que con razón se debe aplicar también aquí idéntico juicio al de la "Missa normativa". Por consiguiente, no es nada extraño que tanto este Ordo como la "Misa normativa " agraden en muchos puntos a aquellos que entre los mismos protestantes son más "modernistas".


II

Comencemos por la definición misma de la Misa, que se propone en el párrafo 7, o sea, al comienzo del segundo capítulo del Novus Ordo. "Acerca de la estructura de la Misa"; "La cena del Señor o Misa es la sagrada sinaxis o asamblea del pueblo de Dios reunido en común, bajo la presidencia del sacerdote, para celebrar el memorial del Señor (2). Por lo tanto, para la asamblea local de la santa Iglesia vale en grado eminente la promesa de Cristo: 'Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos' (Mt. 18, 20)

Por consiguiente, la definición de la Misa se circunscribe a la sola noción de "Cena"; y ello se repite siempre y a cada paso (núms. 8, 48, on- 55, 56); además, tal "cena" está constituida por la reunión de los fieles bajo la presidencia del sacerdote, y consiste en la renovación del memorial del Señor, a saber, en la conmemoración de lo que el Señor realizó el Jueves Santo. Pero todo esto ni implica la presencia real, ni la verdad del Sacrificio, ni la sacramentalidad del sacerdote consagrante, ni el valor intrínseco del Sacrificio eucarístico, el cual no depende en absoluto de la presencia de la asamblea (3)
En una palabra, esta Cena no implica ninguno de aquellos "valores dogmáticos" esenciales de la Misa, que constituyen su verdadera definición. Ahora bien, esta omisión, en cuanto voluntaria, equivale a la "superación" de aquellos valores y, por lo tanto, al menos en la práctica, a su negación (4).

En la segunda parte del mismo párrafo (agravando el ya gravísimo equívoco) se afirma algo asombroso, o sea, que para esta asamblea vale en grado eminente la promesa de Cristo: "Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mt. 18, 20). Con esta promesa, que sólo corresponde a la presencia espiritual de Cristo, se compara y se coloca en el mismo orden y modo de presencia, aunque con mayor fuerza y vigor aquélla institución que, por el contrario, atañe al orden físico o al modo sustancial de la presencia sacramental eucarística.

Sigue inmediatamente en el texto (Nº 8) la bipartición de la Misa en Liturgia de la palabra y Liturgia eucarística, y allí se afirma, sin hacer ninguna distinción, que en la Misa se prepara la Mesa de la palabra de Dios y la Mesa del Cuerpo de Cristo, para que los fieles sean "instruidos y alimentados"; esta asimilación equivalente de las dos partes de la Misa, como si estos dos signos tuvieran idéntica significación simbólica, debe ser declarada absolutamente ilegítima. Pero sobre esto ya volveremos más tarde. 

Por otra parte, las denominaciones de la Misa son innumerables; las cuales pueden aceptarse por cierto en sentido relativo; pero todas deben ser rechazadas si -como de hecho ocurre- son usadas aisladamente y en sentido absoluto: Acción de Cristo y del pueblo de Dios, Cena del Señor o Misa, Banquete pascual, Participación común en la mesa del Señor, Memorial del Señor, Plegaria eucarística, Liturgia de la palabra y Liturgia eucarística, etc.

Como se evidencia esplendorosamente, en tales definiciones se pone el acento -como con exagerada estudiosidad- en la Cena y el memorial, pero no en la renovación incruenta del Sacrificio del Señor realizado en el Monte Calvario. Ni tampoco la fórmula misma "Memorial de la Pasión y Resurrección del Señor" puede decirse totalmente correcta; pues la Misa por su propia esencia es el memorial del único Sacrificio, que es en sí mismo redentor; mientras que, por el contrario, la Resurrección es el fruto consiguiente a aquél (5). Luego veremos cómo y con qué coherencia estos equívocos se introducen y se repiten en la fórmula misma de la Consagración y, en general, en todo el Novus Ordo.


III

Vayamos ahora a los fines de la Misa.

1) FIN ÚLTIMO. El fin último del sacrificio de la Misa es la alabanza que debe tributarse a la Santísima Trinidad, según la explícita intención de Jesucristo en el mismo misterio de su Encarnación: "Al entrar al mundo dice: 'No quisiste hostia ni ofrenda: en cambio a mí me preparaste un cuerpo' " (Heb. 10, 5; cfr. Ps. 39, 7-9).
Por cierto, este fin buscado ha desaparecido completamente en el Novus Ordo: desapareció ciertamente del Ofertorio, pues la plegaria "Recibe, oh Trinidad Santa" ha sido eliminada; desapareció de la conclusión de la Misa, ya no se dirá más "Seate agradable, oh Trinidad Santa"; también fue suprimida del Prefacio, ya que el Prefacio de la Santísima Trinidad, que hasta ahora se recitaba oportunísimamente todos los domingos, ahora en el Novus Ordo sólo se dirá en la fiesta de la Santísima Trinidad, y por lo tanto solamente una vez al año.

2) FIN ORDINARIO. El fin ordinario del Sacrificio es el propiciatorio. En cambio, en el Novus Ordo, este fin se aparta de su verdadera senda, pues ya no se pone más el acento en la remisión de los pecados, sea de los vivos, sea de los difuntos, sino en la nutrición y santificación de los presentes (nº 54). Por cierto, Cristo instituyó el sacramento de la Eucaristía en la última Cena y se puso a Sí mismo en estado de víctima para unirnos a Él, a ese estado victimal; pero este fin antecede a la misma manducación y tiene un pleno valor redentor antecedente, que se deriva de la inmolación cruenta de Cristo; de allí que el pueblo asistente a Misa no esté obligado de suyo a recibir la comunión sacramental (6).

3) FIN INMANENTE. Cualquiera sea la naturaleza del sacrificio, pertenece a la esencia de la finalidad de la Misa el que sea agradable a Dios, aceptable y aceptado por Él. Por lo tanto, en la condición de los hombres que estaban inficionados por la mancha original, ningún sacrificio hubiera sido aceptable a Dios; el único sacrificio aceptado ahora con derecho por Dios es el Sacrificio de Cristo. Por el contrario, en el Novus Ordo la naturaleza misma de la oblación es deformada en un mero intercambio de dones entre Dios y el hombre: el hombre ofrece el pan que Dios transmuta en "pan de vida"; el hombre lleva el vino que Dios transmuta en "bebida espiritual": "Bendito eres, Señor Dios del universo, porque de tu largueza recibimos el pan (o: el vino) que te ofrecemos, fruto de la tierra (o: de la vid) y de la obra de las manos de los hombres, del cual se hará para nosotros el pan de vida (o: la bebida espiritual)" (7).

Superfluo es advertir cuán totalmente vagas e indefinidas son estas dos fórmulas "pan de vida" y "bebida espiritual", que, de por sí, pueden significar cualquier cosa. Hallamos aquí el mismo equívoco capital que examinamos en la definición de la Misa: allí Cristo se hace presente entre los suyos únicamente de un modo espiritual; aquí se dan el pan y el vino, que son cambiados "espiritualmente" (¡pero no substancialmente!) (8).

Igualmente, en la preparación de las ofrendas se descubre idéntico juego de equívocos, pues se suprimen las dos maravillosas plegarias de la antigua Misa. La oración: "Oh, Dios, que admirablemente formaste la dignidad de la naturaleza humana y que más admirablemente aún la reformaste" recordaba a la vez la primitiva condición de inocencia del hombre y su presente condición de restauración, en la que fue redimido por la Sangre de Cristo. Era, por lo tanto, una verdadera, sabia y rápida recapitulación de toda la Economía del Sacrificio, desde Adán hasta la historia presente. En la otra plegaria, la oblación propiciatoria del cáliz para que subiera "con olor de suavidad" a la vista de la Divina Majestad, cuya clemencia se imploraba, repetía con suma sabiduría esta Economía de la salvación. Mientras que suprimida esta continua elevación hacia Dios por medio de la plegaria eucarística, no queda ya ninguna distinción entre sacrificio divino y humano.

Eliminado el eje cardinal, se inventan vacilantes estructuras; echados a pique los verdaderos fines de la Misa, se mendigan fines ficticios. De aquí que aparecen los gestos que en la nueva Misa deberían expresar la unión entre el sacerdote y los fieles, o entre los mismos fieles; aparecen las oblaciones por los pobres y por la Iglesia que ocupan el lugar de la Hostia que debe ser inmolada. Todo esto pronto caerá en el ridículo, hasta que el sentido primigenio de la oblación de la Única Hostia caiga poco a poco completamente en el olvido; así también las reuniones que se hacen para celebrar la inmolación de la Hostia se convertirán en conventículos de filántropos y en banquetes de beneficencia.


IV

Pasemos a considerar la esencia del Sacrificio.

El Misterio de la Cruz ya no está expresado explícitamente, sino en forma algo oscura, con palabras falseadas que no pueden ser percibidas por el pueblo (9). Y he aquí por qué causa.

1) SIGNIFICACIÓN DE LA "PLEGARIA EUCARÍSTICA"

El sentido que se atribuye en el Novus Ordo a la así llamada "Plegaria eucarística" es éste: "Para que toda la asamblea de los fieles se una con Cristo en la confesión de las grandezas de Dios y en la oblación del sacrificio" (nº 54, al final) .Pero uno pregunta: ¿De qué sacrificio se trata? ¿Quién es el que ofrece? A estos interrogantes no se da ninguna respuesta.

La definición de la "Plegaria Eucarística" dada en la misma Instrucción es la siguiente: " Ahora se inicia el centro y culmen de toda la celebración, a saber, la misma Plegaria eucarística, o sea, la plegaria de acción de gracias y de santificación" (nº 54 pr). Por consiguiente, se ponen los efectos en lugar de las causas, de las que nada se dice en el texto. Nada reemplaza a la mención acerca del fin de la oblación, que antes estaba explícita en la antigua plegaría "Recibe, oh Padre Santo".

En verdad, el cambio de la formulación revela también un cambio de la doctrina.

2) EL SACRIFICO EUCARÍSTICO Y LA PRESENCIA REAL DE CRISTO

La razón por la cual el Sacrificio no tiene ninguna indicación lo suficientemente explícita en el Novus Ordo está en que la Presencia Real perdió su lugar verdaderamente central (tan esplendoroso en la antigua Misa). Sólo se hace una mención -a saber, la única cita al pie, sacada del Concilio de Trento- y que se refiere a la Presencia Real en cuanto nutrimento (nº 241, nota 63). Pero no se señala nunca la Presencia Real y Permanente del Cuerpo y Sangre de Cristo, junto con su Alma Divinidad, que se da bajo las especies luego de la transubstanciación. Más aún, la misma palabra "Transubstanciación" se ignora totalmente.

Además, la razón de por qué se suprime la invocación a la tercera Persona de la Santísima Trinidad (Ven, Santificador. ..), por la cual se imploraba al Espíritu Santo que descendiera sobre las oblatas preparadas para obrar el milagro de la Presencia Divina, como antes en el seno de la Santísima Virgen, es objetivamente la misma: vale decir, pertenece al mismo tipo de silencio y de negación tácita, más aún a la continua cadena de negaciones sobre la Presencia Real.

Quedan también abolidas:

• a) las genuflexiones, de las que sólo quedan tres por parte del sacerdote y una por parte del pueblo en el momento de la Consagración (y ésta, sometida a muchas excepciones);
• b) las abluciones de los dedos sobre el cáliz;
• c) la preservación de los mismos dedos de cualquier contacto profano después de la Consagración;
• d) la purificación de los vasos (sagrados, N. del T.), que no se manda hacer necesariamente de inmediato después de la asunción del cáliz, ni sobre el mismo corporal;
• e) la palia, con la cual se protegía la Preciosísima Sangre de Cristo en el cáliz;
• f) el dorado de los vasos sagrados;
• g) la consagración del altar móvil;
• h) la piedra sagrada ("ara" y las reliquias en el altar móvil, e incluso sobre la mesa cada vez que la celebración se realice en lugares no sacros. Admitida esta excepción, queda abierto el camino para las "cenas eucarísticas" en casas privadas ;
• i) los tres manteles del altar, de los cuales ahora sólo se prescribe uno.
• k) la acción de gracias, que debía hacerse de rodillas, y a la que substituye una torpe acción de gracias del sacerdote y de los fieles sentados; añádase que la Comunión se recibe irreverentemente por los fieles de pie;
• I) finalmente, las santas prescripciones antiguas para el caso de la Hostia consagrada caída en tierra, que se reducen mezquinamente a sólo esto: "tómese reverentemente la Hostia " (nº 239).

Todas estas cosas juntas, con su repetición manifiestan y confirman injuriosamente la implícita negación de la Fe en el augustísimo dogma de la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía.

3) LA FUNCIÓN DEL ALTAR EN LA NUEVA MISA (Nº 262)

El altar casi siempre es llamado mesa (10): "El altar o mesa del Señor, que es el centro de toda la liturgia eucarística" (nº 49; cfr. 262); pero se prescribe que el altar esté siempre separado de las paredes, para que así cualquiera pueda girar alrededor de la mesa y que la misa se celebre de cara al pueblo (n'? 262); con mayor insistencia se determina que el altar debe convertirse en el centro de la asamblea de los fieles, de manera tal que su atención se dirija espontáneamente hacia el altar (ib). Pero considerados a la vez los números 262 y 276, parece excluirse que el Santísimo Sacramento de la Eucaristía pueda conservarse sobre este altar. De aquí surge una irreparable división: por una parte estará la mística presencia del Sumo y Eterno Sacerdote en el presbítero celebrante; y por otra parte estará la Presencia Real Sacramental del mismo Cristo en persona. En la antigua Misa estaba manifiesta una sola presencia de Cristo a la vez (11).

En la nueva Misa se nos invita a conservar el Santísimo Sacramento en otro lugar apartado, donde se alimente la devoción privada de los fieles, como si la Hostia no fuese sino una simple reliquia; de manera que ya no sea más el tabernáculo el que atraiga los ojos y la fe de los fieles que ingresan al templo, sino una mesa tosca y sin adorno. He aquí nuevamente cómo la piedad privada se opone a la piedad litúrgica; se erige el altar contra el altar.

También, la tan frecuente recomendación de distribuir la Comunión sólo de las especies consagradas en la Misa; más aún, que se consagre un pan de grandes dimensiones (12), de modo que el sacerdote pueda dividir su pan con al menos alguna parte de los fieles, confirma y acrecienta la indiferencia anímica y el desprecio hacia el Tabernáculo, como también hacia toda piedad eucarística fuera de la Misa. He aquí una nueva injuria a la fe en la Presencia Real de Cristo, mientras perduran las Especies Eucarísticas consagradas (13).

4) FÓRMULAS CONSAGRATORIAS

La antigua fórmula de la Consagración era clara y propiamente sacramental, pero no meramente narrativa,.  Mientras que las tres consideraciones siguientes parecen demostrar que en el Novus Ordo se insinúa lo contrario:

a) No se reproduce más literalmente el texto de la Sagrada Escritura; además, la inserción de las palabras paulinas "Mysterium Fidei" significaba la inmediata confesión de fe que debía proferir el sacerdote ante el Misterio operado por la Iglesia a través de su sacerdocio jerárquico.

b) Las nuevas puntuaciones de las palabras y la nueva tipografía. En efecto, en el antiguo Misal el mismo punto y aparte significaba claramente el paso del modo narrativo al modo sacramental y afirmativo, las mismas palabras consagratorias se trazaban en el antiguo Misal con letras mayúsculas y en el medio de la pagina; más aún, con frecuencia escritas también en color diferente, de manera que se separasen del contexto meramente histórico. Y todas es tas cosas, por cierto, conferían sapientísimamente a toda la fórmula consagratoria una fuerza propia de significación absolutamente individual y singular.

c) La anamnesis ("Cuantas veces hiciereis es tas cosas, las haréis en memoria mía"), que en griego se dice así: "eis tén emoú anámnesin". La anamnesis en el Canon Romano se refería a Cristo operante en acto, pero no a la mera memoria de Cristo o de un mero acontecimiento; se nos mandaba recordar lo que Él mismo hizo ( " ...estas cosas. ..haréis en memoria mía"), y el modo cómo Él las hizo, pero no únicamente su persona o su cena. En cambio, la fórmula paulina ("Haced esto en conmemoración mía"), que en el Novus Ordo reemplaza a la fórmula antigua -repetida todos los días en las lenguas vernáculas- cambiará irreparablemente la fuerza misma del significado en las mentes de los oyentes, de modo tal que la memoria de Cristo, que debe ser el principio de la acción eucarística, parezca convertirse en el término único de esta acción o rito. O sea, la "conmemoración", que cierra la fórmula de la consagración, ocupará poco a poco el lugar de la "acción sacramental" (14).

La forma narrativa se pone ahora de relieve de hecho con las mismas palabras en la Instrucci6n oficial: "Narración de la Institución" (nº 55d); y ella se confirma en la definición de la anamnesis, donde se dice: "La Iglesia celebra la memoria de Cristo mismo" (nº 55c).

En síntesis, la teoría que se propone sobre la epiclesis y la misma innovación en cuanto a las palabras de la Consagración y de la anamnesis implican que también se ha realizado un cambio en el modo de significar; pues las fórmulas consagratorias son ahora pronunciadas por el sacerdote como parte de alguna narración histórica y no son enunciadas en cambio como expresando un juicio categórico y operativo, proferido por Aquél en cuya representación el sacerdote mismo obra, diciendo: "Esto es mi Cuerpo", pero no: "Esto es el Cuerpo de Cristo" (15) .

Además, la aclamación asignada al pueblo para decir después de la Consagración ("Anunciamos tu muerte, Señor, etc., hasta que vengas") introduce, bajo la apariencia de escatologismo, una nueva ambigüedad sobre la Presencia Real. En efecto, se proclama oralmente, sin solución de continuidad después de la Consagración, la expectación de la segunda venida de Cristo en la consumación de los tiempos, en el mismo momento en el que Él se halla verdadera, real y substancialmente presente sobre el altar, como si sólo aquélla última fuera su verdadera venida, pero no ésta.
Y esto se recalca con mayor vigor en la fórmula de aclamación a elegir libremente: "Cada vez que comemos este pan y bebemos el cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vengas"; donde se mezclan con la máxima ambigüedad cosas diversas, como la inmolación y la manducación, la Presencia Real y la segunda venida de Cristo (16).

V

Y ahora pasemos a cada uno de los elementos concretos del Sacrificio.
En la Misa anterior, eran cuatro los elementos del Sacrificio:
1) Cristo;
2) el sacerdote;
3) la Iglesia;
4) los fieles.

Comencemos por los fieles. En el Novus Ordo, la parte asignada a los fieles es autónoma o absoluta, y, por consiguiente, totalmente falsa ya desde la misma definición propuesta al comienzo ("La Misa es la sagrada sinaxis o asamblea del pueblo"), hasta el saludo con el cual el sacerdote expresa al pueblo la "presencia " del Señor en la comunidad reunida (nº 28): "Con este saludo y con la respuesta del pueblo se manifiesta el misterio de la Iglesia reunida". Por lo tanto, se trata aquí de una, por cierto, verdadera presencia de Cristo, pero meramente espiritual, y asimismo del misterio de la Iglesia, pero en cuanto simple comunidad que manifiesta y solicita tal presencia espiritual. y esto se encontrará por doquier: recuérdese el carácter comunitario de la Misa recalcado con tanta insistencia (nº 32); 74-152); la impía distinción entre "Misa con pueblo" y "Misa sin pueblo" (nº 203-232); la definición de la "oración universal o de los fieles" (nº 45), donde nuevamente se pone de relieve "el oficio sacerdotal" del pueblo ("el pueblo ejerciendo el oficio de su sacerdocio") proponiéndolo en forma equívoca; en efecto, no se indica en modo alguno que está subordinado al oficio del sacerdote jerárquico. Y esto tanto más se confirma por el hecho de que el sacerdote, en cuanto que ha sido consagrado mediador, está constituido intérprete, según la vieja Misa, de todas las intenciones del pueblo, sea en la plegaria "Te igitur", sea en los dos "Memento".

También en la "Plegaria eucarística " III ("Vere Sanctus", pag. 123) se nos ordena dirigirnos así al Señor: "No dejas de congregar a tu pueblo, para que desde la salida del sol hasta el ocaso sea ofrecida una oblación pura a tu nombre": donde la partícula "para que" insinúa que el elemento necesario sobre todos los demás para celebrar la Misa es el pueblo, y no el sacerdote. y como en ninguna parte del texto se indica quién es el sacrificador secundario y particular (17), todo el pueblo mismo es presentado provisto de un poder sacerdotal propio y pleno. ¡Lo cual es falso!

¡Nada de extrañar pues si, con esta manera de obrar, bien pronto se le atribuya también al pueblo la facultad de unirse al sacerdote en la pronunciación de las mismas palabras consagratorias (lo cual, por lo demás, se nos informa, que ya sucede en ciertos lugares)!

2º El ministerio del sacerdote aparece disminuido, alterado, viciado. En primer lugar, por cierto, respecto del pueblo. Se lo presenta (al sacerdote), como un simple presidente o hermano (no mediador), más bien que como un ministro consagrado, que celebra en representación de Cristo; luego, respecto de la Iglesia, en cuanto que es propuesto como "uno del pueblo". También en la definición de la epiclesis (nº 55c) las invocaciones se atribuyen en forma anónima e incierta a la Iglesia. El oficio de mediador, propio del sacerdote, desaparece

En la oración del "Confiteor", que se recita ahora sólo en forma colectiva, el sacerdote ya no es más juez, testigo y mediador ante Dios; por consiguiente, no se imparte más al pueblo la absolución sacerdotal, que se tenía en el antiguo rito. En efecto, el sacerdote viene simplemente connumerado entre los "hermanos". De donde, incluso el mismo monaguillo que ayuda en una "Misa sin pueblo" lo llama con este nombre de hermano. 
Pero ya antes de esta última reforma de la Misa, se había abrogado la significativa distinción entre la Comunión de los fieles y la Comunión del sacerdote (momento en el cual el Sumo Eterno Sacerdote y el que actuaba en representación de Él se confunden en una casi diríamos íntima unión y se logra la consumación del Sacrificio).

Ahora, en cambio, ni una palabra siquiera acerca del poder del sacrificador, sobre su acto consagratorio, por medio del cual se renueva realmente la Presencia eucarística. Y de este modo, el sacerdote católico ya reviste la figura de un ministro protestante.

Además, la omisión o el libre uso de muchas vestiduras sagradas (pues en algunos casos bastan el alba y la simple estola: nº 298) debilita aún más la primigenia conformación del sacerdote con Cristo; en efecto, el sacerdote ya no se presenta más revestido con las virtudes de Cristo; él es ya un simple "funcionario" que apenas se distingue de la multitud de los fieles por uno o dos signos (18) ("él mismo un poco más hombre que los demás hombres": así lo describió, bella y humorísticamente aunque en forma involuntaria, cierto predicador contemporáneo (19). 

Por lo tanto, nuevamente se divide lo que Dios ha unido: a saber, así como ya viene separado el Tabernáculo del altar de la Misa, así ahora se desgarra el único sacerdocio del Verbo de Dios y el sacerdocio de Sus Ministros consagrados.

Por último, trataremos simultáneamente de Cristo y de la Iglesia. En un solo texto, donde se trata de la "Misa sin pueblo", como con displicencia se reconoce a la Misa en cuanto que es "acción de Cristo y de la Iglesia" (nº 4; cfr. Presb. Ord., nº 13); mientras que por el contrario en el caso de la Misa "con pueblo" no se recuerda ninguna otra finalidad sino la de hacer "memoria de Cristo" y la santificación de los presentes. "El presbítero celebrante...asocia a sí mismo... al pueblo al ofrecer el sacrificio por medio de Cristo a Dios Padre en el Espíritu Santo" (nº 60), en vez de asociar el pueblo a Cristo, quien se ofrece a Sí Mismo en sacrificio "por el Espíritu Santo a Dios Padre".

Nótense en este contexto otras cosas: la gravísima omisión en las oraciones de las cláusulas "Por Cristo Nuestro Señor", quien fue dado a la Iglesia de todos los tiempos como única garantía de ser escuchada (Jo.. 14, 13-14; 15, 16; 16, 23-24) ; además, un pertinaz y ansioso "pascualismo", como si la comunicación de las gracias no tuviese otros aspectos igualmente fecundos; también, ese “escatologismo" vesánico y peligroso, en el cual la comunicación de la gracia, que de suyo es permanente y eterna, es rebajada a meras dimensiones temporales; el "pueblo", como ejército en marcha (en italiano: "popolo in marcia"), la "Iglesia peregrinante" (¡ojo! ya no más militante contra la Potestad de las tinieblas) hacia cierto "futuro" que no está vinculado a la eternidad venidera ( y que por lo mismo no depende de ella en el presente) , sino que corresponde a la verdadera y propia posteridad temporal.

La Iglesia -Una, Santa, Católica, Apostólica -es humillada en cuanto tal por la fórmula de la "Plegaria Eucarística IV", en la cual la oración del Canon Romano: "Por todos los ortodoxos y seguidores de la fe católica y apostólica " se cambia de tal modo que todos estos creyentes son sustituidos simplemente ¡por todos los que te buscan con corazón sincero!

También en el "Memento" de los difuntos, los muertos ya no son aquellos "que nos precedieron con el signo de la Fe y duermen el sueño de la paz", sino solamente "los que murieron en la paz de tu Cristo". A quienes además se añade (no sin un nuevo y patente abandono de la legítima noción de la unidad y visibilidad de la Iglesia) la turba de "todos los difuntos cuya fe Tú solo conociste".

En cambio, en ninguna de las tres nuevas Plegarias Eucarísticas se hace alguna mención -como ya más arriba dijimos- sobre el estado de penas y tribulaciones de las almas en el Purgatorio; en ninguna de ellas se da lugar a que se haga un "Memento" los difuntos en particular. Todo lo cual enerva nuevamente la fe en la naturaleza propiciatoria y redentora del Sacrificio (20).


NOTAS

(1) Las oraciones de nuestro Canon se hallan ya en el tratado "De los Sacramentos" (de fines de los siglos IV y V) ...La Misa de San Pío V o Tridentina toma su inicio en aquellos tiempos, en los cuales se desarrolló por primera vez a partir de la antigua Liturgia común, sin sufrir luego mutaciones esenciales. Conserva aún el carácter de aquella Liturgia primigenia que floreció en aquellos días en que los Césares Romanos gobernaban el mundo y esperaban llegar a extinguir la fe cristiana; son aquellos tiempos en los cuales nuestros padres se congregaban antes de la aurora para cantar un himno a Cristo Dios (cfr. Plinio el joven, Ep. 96) ... En toda la Cristiandad no se posee un rito tan venerable como la Misa Romana (A. FORTESCUE) .El ,Canon Romano, tal cual hoy existe, se remonta San Gregorio Magno. Tanto en Oriente como en Occidente no se encuentra ninguna oración Eucarística vigente hasta nuestros tiempos, que esté dotada de tanta antigüedad, Si la Iglesia Romana excluyera este Canon, no sólo los ortodoxos sino también los anglicanos y los mismos protestantes que de algún modo aprecian aún la tradición juzgarían que la misma Iglesia Romana ha abdicado el derecho y su propio deber de representar a la verdadera Iglesia Católica (P. LOUIS BOYUER).

(2) En una nota se remite a dos textos del CONCILIO VATICANO II. En realidad, quien lee estos dos textos no encuentra allí ninguna prueba de tal definición. El primero (del Decreto "PRESBYTERORUM ORDINIS", nº 5) , dice así: "Los presbíteros son consagrados por Dios, siendo ministro el Obispo, para que, hechos en forma especial partícipes del Sacerdocio de Cristo, al celebrar los oficios sagrados actúen como ministros de Aquél que en la Liturgia ejerce constantemente, por obra del Espíritu Santo, su ministerio sacerdotal en favor nuestro. ..sobre todo, por la celebración de la Misa ofrecen sacramentalmente el Sacrificio de Cristo".
Por su parte, el otro texto al cual se remite (de la Constitución "SACROSANCTUM CONCILIUM", nº 33) se expresa así: "En efecto, en la Liturgia Dios habla a su pueblo; Cristo sigue anunciando su Evangelio. En cuanto al pueblo, responde a Dios sea con sus cantos sea con su oración. Más aún, las oraciones que dirige a Dios el sacerdote -que preside la asamblea representando a Cristo- se dicen en nombre de todo el pueblo santo y de todos los circunstantes". Es imposible comprender cómo de estas palabras se haya podido sacar aquella definición. Advertimos además acerca de la gravísima corrupción por la cual en esa definición de la Misa se modifican las palabras de la definición del mis mismo CONCILIO VATICANO II (Presb. Ord. nº 5): "Es, por consiguiente, la Sintaxis Eucarística el centro de la asamblea de los fieles". Suprimida fraudulentamente la palabra "centro" de la asamblea, en el Novus Ordo el término "asamblea" usurpó sin más el lugar principal de aquélla.

(3) El CONCILIO DE TRENTO sancionó así la Presencia Real Eucarística: "Primeramente, el Santo Sínodo enseña y confiesa abierta y simplemente que en el nutricio Sacramento de la Santa Eucaristía, después de la consagración del pan y del vino se contiene verdadera, real y substancialmente (canon I) Nuestro Señor Jesucristo, verdadera Dios y hombre, bajo la apariencia de aquellas cosas sensibles" (DB 874) .
En la SESIÓN XXII, que atañe directamente a nuestro asunto ("Sobre el Santísimo Sacrificio de la Misa"), la doctrina definida (DB 937a -956) está luminosamente contenida en nueve cánones.
1º: La Misa es un Sacrificio verdadero y visible -y no una Representación simbólica- "'por el cual se representa aquel sacrificio cruento que hubo de realizarse una sola vez en la Cruz ( ...) y se aplica su fuerza salvadora para la remisión de los pecados que diariamente cometemos" (DB 938) .
2º: Jesucristo Nuestro Señor, "declarándose a Si mismo Sacerdote constituido para la eternidad según el orden de Melquisedec (Ps. 109, 4), ofreció a Dios Padre su cuerpo y su sangre bajo las especies de pan y de vino y bajo los símbolos de esas mismas cosas los dio a sus Apóstoles (a quienes entonces constituía sacerdotes del Nuevo Testamento) para que los tomaran, y a ellos mismos y a sus sucesores en el sacerdocio les mandó que los ofrecieran por medio de estas palabras: "Haced esto en conmemoración mía" (Lc 22, 19; Cor 11,24), como siempre lo entendió y enseñó la Iglesia Católica" (DB ibid.) .El celebrante, el oferente, el sacrificador es el sacerdote, para eso consagrado, pero no el pueblo de Dios, la asamblea. "Si alguien dijere que con aquellas palabras: "Haced esto en conmemoración mía" (Lc 22,19; 1 Cor 11,24), Cristo no instituyó sacerdotes a los Apóstoles o que no los ordenó, para que ellos y los otros sacerdotes ofrecieran su cuerpo y sangre, sea anatema" (Canon 2; DB 949).
3º: El Sacrificio de la Misa es un verdadero sacrificio propiciatorio, y no "una mera conmemoración del sacrificio realizado en la cruz".
"Si alguien dijere que el Sacrificio de la Misa es sólo de alabanza y de acción de gracias o una mera conmemoración del sacrificio realizado en la cruz, pero no propiciatorio; o que sólo aprovecha al que lo recibe y que no debe ser ofrecido por los vivos y difuntos, por los pecados, penas, satisfacciones y otras necesidades, sea anatema" (Canon 3; DB 950).
Recuérdense además el canon 6: "Si alguien dijere que el Canon de la Misa contiene errores, y que por lo tanto debe ser abrogado, sea anatema" (DB 953) ; y el canon 8: "SI alguien dijere que las Misas en las cuales sólo el sacerdote comulga sacramentalmente, son ilícitas y que por lo tanto deben ser abrogadas, sea anatema (DB 955)

(4) Apenas es necesario advertir que si se negase un solo dogma definido, ipso facto se derrumbarían todos los dogmas, porque se hundiría entonces el principio mismo de la infalibilidad del Magisterio Apostólico, incluso el supremo y solemne, sea del Romano Pontífice, sea del Concilio Ecuménico.

(5) Se debería añadir también la Ascensión, si alguien quisiera retomar aquella oración "Unde et Memores". En este texto, sin embargo, no se expresaba una cierta agrupación equivalente de vocablos, sino una clara y sutil distinción: "…de tan bienaventurada Pasión, como también de la Resurrección de entre los muertos y también de la gloriosa Ascensión al cielo". La Pasión se conmemoraba por sí misma y por la fuerza de la misma Misa; la Resurrección y Ascensión se presentaban añadidas, por la conexión de la fe.

(6) De igual modo se cambia la fuerza de la significación también en los tres nuevos "Cánones", en los que sorpresivamente se eliminan por completo el peculiar "Memento" de los muertos y la mención de los sufrimientos de las almas de los fieles difuntos [en el purgatorio. N. del T.] por las cuales siempre y universalmente se aplicaba el Sacrificio satisfactorio.

(7) Véase la encíclica MYSTERIUM FIDEI, donde Pablo VI condena no sólo los errores del simbolismo sino también las nuevas teorías inventadas de la "transignificación" y de la "transfinalización": "...o que tanto insisten...en el valor del signo...como si el simbolismo, que nadie niega existe con toda certeza en la Santísima Eucaristía, expresase y agotase toda la medida de la presencia de Cristo en este Sacramento... o que hablan sobre el misterio de la transubstanciación sin hacer mención alguna de la admirable conversión de toda la sustancia del pan en el cuerpo y de toda la sustancia del vino en la sangre de Cristo, según se expresa el Concilio de Trento, de tal manera que consista sólo en las que llaman "transsignificación" y "transfinalización" (A.A.S., LVll, 1965, p. 775).

(8) En la encíclica "MYSTERIUM FIDEI" profusa y extensamente se refuta y condena la introducción de modos nuevos de hablar o locuciones que, aunque aparezcan en textos de los Santos Padres y de los Concilios y en documentos del Sagrado Magisterio, se los emplea en un sentido común y unívoco, sin subordinarlos a la doctrina sustancial, de la cual, pues, no pueden separarse (por ejemplo, "alimento espiritual", "comida espiritual", "bebida espiritual", etc.) .Pablo VI previene : "Guardada la integridad de la Fe, conviene también que se observe un apropiado modo de hablar, no sea que al usar nosotros palabras impropias, surjan falsas opiniones, ¡lo que no suceda!, sobre la Fe en cosas altísimas". Cita a SAN AGUSTÍN: "Pero nosotros conviene que hablemos según una regla cierta, para que la licencia en las palabras no genere una opinión impía incluso de las cosas que por ellas se significan" (La Ciudad de Dios, X, 23, PL 41, 300). Y continúa diciendo: "Por lo tanto, la regla de hablar, que la Iglesia introdujo en una larga elaboración de siglos y no sin la protección del Espíritu Santo, y que luego confirmó con la autoridad de los Concilios y que más de una vez fue contraseña y estandarte de la Fe ortodoxa, debe ser conservada santamente y nadie presuma cambiarla por capricho o con el pretexto de una ciencia nueva... De igual modo, no debe tolerarse que cualquiera pretenda derogar por propia voluntad las fórmulas con las cuales el Concilio de Trento propuso para creerlo el Misterio Eucarístico" (A.A.S., LVII, 1965, p. 758).

(9) Esto contradice abiertamente lo que prescribe el Concilio Vaticano II ("Sacrosanctum Concilium", nº 48).

(10) Una sola vez (nº 259) se reconoce su función principal: "El altar, en el cual se realiza el sacrificio de la cruz presente bajo los signos sacramentales. Pero aún esto no parece ser suficiente para eliminar las ambigüedades del otro término, que, por el contrario, reaparece constantemente.

(11) "Separar el Tabernáculo del altar sería lo mismo que separar dos cosas que por su origen y naturaleza deben permanecer unidas" (Pío Xll; Alocución al 18-23 Congreso Internacional Litúrgico, celebrado en Roma y Cf. Asís, 18-23 de septiembre de 1956). Véase también la encíclica "Mediator Dei", I, 5 (cfr. más adelante, nota. 28).

(12) Rara vez se utiliza en el Novus Ordo la palabra "hostia", que es tradicional en los libros litúrgicos y que se emplea con su sentido propio de "víctima". Y esto responde perfectamente a aquella intención habitual, que en el mismo Novus Ordo procura poner en evidencia únicamente los aspectos de "Cena" y de "comida".

(13) Suele ocurrir que se trueque una cosa por la otra. Y de ahí que falsamente se equipare la Presencia Real Eucarística con la presencia en la palabra (nº 7; 54). Pero, sin embargo, esta otra presencia es, realidad, de una naturaleza totalmente diversa, ya que sólo existe en el uso; aquélla, en cambio, se da estable y objetivamente, incluso independientemente de todo uso o comunión sacramental. Estas fórmulas son propiamente de los protestantes: "Dios habla a su pueblo...Cristo por su palabra está 'presente en medio de los fieles" (nº 33; cfr. "Sacros. Conc.", nos. 33 y 7); lo cual hablando con propiedad, no dice nada, puesto el que la presencia de Dios en la palabra es mediata y está conectada a un acto del espíritu ya la condición espiritual del sujeto e igualmente circunscrita en el tiempo, Este error tiene gravísimas consecuencias: en efecto, afirma o insinúa la opinión de que la Presencia Real Eucarística está conectada sólo al uso y se acaba junto con el uso.

(14) La «acción sacramental" instituida por Cristo es presentada en este Novus Ordo como producida cuando Cristo dio a sus Apóstoles su Cuerpo y Sangre bajo las especies del pan y del vino, "para que comieran " ; y no en la acción misma de la doble consagración y en la separación mística del Cuerpo y Sangre, que se produce por esa, misma consagración: en lo cual se tiene la esencia del Sacrificio Eucarístico (cfr. Pío XII, «Mediator Dei", todo el capitulo I de la segunda parte : "Del Culto Eucarístico").

(15) Las palabras de la Consagración, por el modo como se insertan en el contexto del Novus Ordo pueden ser válidas por la eficacia subjetiva de la intención del ministro. Pero pueden no ser válidas, en cuanto que ya no son tales por la fuerza misma de las palabras, o más exactamente, por la virtud objetiva del modo de significar que tenían hasta ahora en la Misa. Por lo cual, los sacerdotes que en un futuro próximo no habrán sido instruidos conforme a la doctrina tradicional y quienes simplemente se fiarán del Novus Ordo con la intención de "hacer lo que hace la Iglesia", ¿consagrarán en realidad válidamente? Es lícito dudar de ello.

(16) No se diga, según el modo de proceder de los protestantes -como nadie ignora- en su método crítico, que estas palabras pertenecen al mismo texto de la Sagrada Escritura. Pues la Iglesia siempre evitó el yuxtaponer estos textos, de manera de disipar toda con- fusión entre las diversas cosas y verdades que estos textos expresan.

(17) Contra los luteranos y calvinistas, que afirman que todos los cristianos son sacerdotes, y que, por lo tanto, ofrecen la cena, cfr. Concilio de Trento, Sesión XII canon 2. Sobre ello, dice A. TANQUEREY en "Sinopsis de teología dogmática", t. III, Desclée, 1930 : "Todos los sacerdotes y sólo ellos son, propiamente hablando, ministros secundarios del Sacrificio de la Misa. Cristo es, ciertamente, el ministro principal. Los fieles sólo mediatamente, pero no en sentido estricto, ofrecen por medo de los sacerdotes".

(18) Adviértase una increíble innovación, que conmocionará espiritualmente los ánimos de los fieles. El Viernes Santo, en la Parasceve, las vestiduras sacras serán de color rojo (nº 308 b), y no negras o, al menos, violetas. Lo cual alude más bien a la conmemoración de algún santo mártir, antes que al luto de toda la Iglesia por la muerte de su divino Fundador (cfr. encíclica "Mediator Dei", 1,5; ver más adelante, nota 28).

(19) P. ROGUET, O. P., a las Hermanas Dominicas de Betania de Plessis-Chenet.

(20) En ciertas versiones del Canon Romano se traduce el "lugar del refrigerio, de la luz y de la paz" como un simple estado ("beatitud, luz, paz") ¿Qué decir ahora de la omisión de toda mención explícita a la Iglesia purgante?

Actualidad del Breve Exámen Critico


  "...la modificación de los ritos resultaría en un cambio fundamental de la doctrina"... Cardenal Stickler 

Creo que el texto es asombrosamente lúcido, suficientemente autorizado por la calidad de sus firmantes, y además profético.

Hoy, en virtud de la propaganda neomodernista y de la creciente ignorancia en materia doctrinal, unida a la pérdida del sentido de la Fe, resultado de 40 años de Novus Ordo y de miles de "novissimus ordi", cada semana distintos, en cada lugar originales, el único modo de argumentar a aquellas personas de buena voluntad que sienten escrúpulo en tener una mirada crítica sobre la reforma litúrgica de Paulo VI es mostrar el estudio de Bacci y Ottaviani, cardenales de la Iglesia Católica, uno de ellos nada menos que Prefecto de la Fe. Ninguno de ellos fue suspendido a divinis, ni excomulgado. Murieron - tal vez de pena- en perfecta comunión con la Sede Romana.

Solo es necesario leerlo con apertura de inteligencia y deseo de encontrar la verdad.

Cualquier honesto católico preocupado por el tema deberá leerlo completo con atención. Los comentarios servirán para aclarar dudas o controvertir opiniones, pero al menos trabajaremos sobre un estudio objetivo, completo aunque no exhaustivo porque se ha estudiado y profundizado mucho más. Y un documento autorizado por la calidad de sus firmantes.
  

 "El análisis del Novus Ordo hecho por los dos cardenales no ha perdido nada de su valor, ni, infortunadamente, de su atemporalidad... Los resultados de la reforma son considerados por muchos hoy en día como devastadores. Fue mérito de los cardenales Ottaviani y Bacci descubrir muy rápidamente que la modificacón de los ritos resultaría en un cambio fundamental de la doctrina". 

Card. Alfons Stickler, 27 de noviembre de 2004,
en ocasión de la reedición del la Intervención de Ottaviani

jueves, 14 de julio de 2011

Errores en la traduccion al español de la misa nueva.


Os ofrecemos un artículo sobre los errores de traducción al español en la Misa, que no son pocos, y que como todo, desvirtúan el significado más intenso y esencial de las palabras sagradas. Siempre que hay una traducción hay una desvirtuación, pero máxime cuando se hace del latín o del griego, lenguas mucho más ricas que el español en este caso. También las interpretaciones traducidas pueden caer en errores y herejías. El artículo hace muchas apreciaciones sobre si son herejías o no, no queremos entrar en ese debate, simplemente mostrar las malas traducciones de las que hay deseo de corregir.

Si la Nueva Misa posee defectos de origen (Juan Pablo II afirmó en Fulda de Alemania que "La Liturgia ha sido violada"). los traductores de lengua española la han destrozado más todavía.

El Concilio de Trento definió que "El Canon de la Misa está exento de todo error" ("Ab omni errore purum": .D. 942-953). Pero los TRADUCTORES AL ESPAÑOL lo han plagado de errores, herejías, equívocos, inexactitudes y ambigüedades sin cuento.
Y esto es un verdadero sacrilegio.

Dividimos este trabajo en cinco apartados:
1) Traducciones HERETICAS
2) Traducciones TENDENCIOSAS
3) Traducciones ERRONEAS
4) Advertencias
5) Conclusión


TRADUCCIONES HERETICAS

a).- En las oraciones de la Ofrenda del pan y vino, traducen:
"Este pan... será para nosotros pan de vida", "Este vino será para nosotros bebida de salvación".
-Pero el texto latino dice: "fiet"="se convertirá"... en El Pan de Vida", "Se convertirá... en La Bebida de Salvación".

Porque el pan ofrecido en el Ofertorio, ya NO será pan en la Consagración: se convertirá (TRANSUBSTANCIACIÓN) en el Cuerpo de Cristo, "Pan vivo bajado del cielo", capaz de transmitirnos SU VIDA Y SU SALVACION. Lo contrario es negar la presencia real de Cristo en la Consagración. (Herejía).

b).- En la Consagración del Cáliz, la Forma tal como está en latín es:
"Hic est enim calix sanguinis mei, Novi et eterni sacramento, qui pro vobis et pro multis effundetur in remisionem peccatorum".
Ahora bien; las palabras "PRO MULTIS" (por muchos) las traducen: "por todos".

Esta traducción contiene la herejía protestante afirmando la salvación de todos por la sola fe sin obras.
Es de notar que algunas veces la palabra "muchos" en la Escritura se refiere a "todos"; pero cuando hay contraposición de sentido (como en el caso presente), la cosa se aclara. Por ejemplo: "muchos son los llamados y pocos los escogidos".
Es verdad que el Divino Redentor murió por "todos" los hombres; pero el Catecismo Romano afirma que en la Consagración del Cáliz Nuestro Señor dijo "por muchos" excluyendo expresamente "por todos", pues allí se refería a los que se iban a aprovechar de Su Pasión. Por eso añade: "para remisión de sus pecados". En efecto NO a todos obtiene la remisión de sus pecados la Sangre de Cristo. Como sucedió con los que pidieron que "cayese sobre ellos y sobre sus hijos" (cargando con el pecado de hacerla derramar).

También la Sangre de Cristo es causa de condenación. Así San Pablo afirma que "el que bebe indignamente el Cáliz del Señor, traga su propia condena", "... será reo de la Sangre del Señor" (1 Cor, 11,27-29), Y,., "Dios vengará la Sangre del Cordero, dándola a beber a los hombres que la derramaron" (Apocalipsis, 16,3-7).

Si todas las palabras de la Forma de la Consagración del Cáliz pertenecen a la esencia de la Forma (sentencia de Suárez, Lugo, San Alfonso, etc.), el traducir "multis" por "todos" pone en peligro la Consagración. Y ¿se puede poner en peligro la validez de una cosa tan grande y sublime como la Santa Misa?
Santo Tomás (3q. 7Ba.1 –8) dice que son de la esencia: "HIC EST CALIX SANGUINIS MEI", las demás son de la substancia. En todo caso, añade, si se ha modificado o suprimido una palabra, se debe repetir la fórmula entera para asegurar la Consagración.

RESUMIENDO: Jesús distingue la Sangre Suya para remisión de los pecados, de la derramada infructuosamente. Y advierte que "entrega Su Sangre como rescate por muchos" (Marcos 10,45), ("Cargó con los pecados de muchos" Isaias 53,12).
Es, pues, una herejía (de los protestantes) traducir "todos" en lugar de "muchos". En ella va latente también la negación de la existencia del infierno: pues si todos se salvan, ¿Por qué dirá Jesucristo: "id malditos al fuego eterno"?
¿Qué pecado habremos cometido los de lengua hispana para que en la Consagración del Cáliz, obrando los sacerdotes "in persona Christi", obliguemos al Señor a pronunciar una herejía? (III).

c).- "BENEDIXIT".
En la Consagración se usan las mismas palabras de Cristo y se hacen los mismos gestos que realizó Él en la Ultima Cena.

Y dice el Latín: “Tibi gratias agens, BENEDIXIT, fregit, deditque,.." (Dándote gracias, lo BENDIJO -el pan-, lo partió y lo dió..,),
Pues bien; traducen así: "dándote gracias Y BENDICIENDO (ó TE BENDIJO), lo partió y dió..."

En efecto, los protestantes no creen en cosas benditas (bendiciones constitutivas), sino en bendiciones a Dios (bendición invocativa). Por eso, los traductores imbuidos de espíritu protestante, traducen: “TE BENDIJO" ó "BENDICIENDO" (a Dios) cuando en realidad es: "bendijo el pan".
Lo mismo se diga, mutatis mutandis, de la Consagración del Cáliz.
¿Y no estará aquí latente le herejía de la transignificación o transfinalización (como dicen) en vez de le TRANSUBSTANCIACION?


d).- "MYSTERIUM FIDEI".
Traducen: "Este es el Sacramento de nuestra fe".
Debiera decir simplemente: "MISTERIO DE FE".

La palabra "MISTERIO" incluye el Sacrificio y el Sacramento.
Además, decir: "Este", como si solo existiese "un solo" Sacramento de nuestra fe, es herético.

e).- "KYRIE".
El latín (aquí el griego) dice: "Señor, ten piedad de nosotros".
Traducen: "Señor, ten piedad"...

¿de quién?: ¿de les almas del Purgatorio? ¿de los animales?.., En fin, ¿de los condenados? (Aclárenlo Vds.)

f.- Volvemos al Ofertorio.
El latín dice: "offerimus" (ofrecemos);
y traducen: "presentamos".

Porque para ellos el Ofertorio es una mera presentación del pan y vino sobre la Mesa. No, señores; existe un verdadero OFERTORIO. No es lo mismo presentar una cosa que ofrecerla; esto supone una entrega. Un esposo, por ejemplo, presenta su esposa a los demás, pero no la "ofrece".
Traduzcan, pues "OFRECEMOS". Así está en el Misal. Pero revisen también toda la oración, que dista mucho vuestra traducción del contenido expresado por el latín.

g).- En el CREDO:
"Consustantialem Patri" (Consustancial al Padre)
Traducen: "de la misma naturaleza que el Padre".

Eso es arrianismo puro. ¿Y para eso tanto trabajo de los Padres del Concilio de Nicea para convencer a los arrianos sobre la necesidad de emplear la palabra "consustancial"?

Que no se entere San Atanasio ni nuestro Osio de Córdoba...(¡). No es lo mismo naturaleza que sustancia. Dos manzanas son de la misma naturaleza, pero no tienen la misma sustancia. Pero Nuestro Señor Jesucristo no solo tiene la misma Naturaleza divina que el Padre, sino Su misma Sustancia. Lo contrario seria (repetimos) arrianismo puro.


TRADUCCIONES TENDENCIOSAS

a).- En el SACTUS:
"Dominus Deus Sabaot" (Señor Dios de los Ejércitos)
Traducen: "Señor Dios del Universo".

En el afán de unir todas las religiones, los muy ecumenistas traductores han hallado un dios común: "El Dios del Universo". Pero confundir "Ejércitos" (de los ángeles) con el "Universo", es lo mismo que confundir un camello con una catedral...
Si, ya os entiendo: Ese "Dios del Universo" lo habéis heredado de Teilhard de Chardin, para quien Dios es: "un Dios al que no se adora, y al que se le puede encontrar sólo a través de la culminación de un Universo..."(¡)

NOTA: Los libros de este hereje han sido adoptados por los francmasones, No nos sorprenda cierto olorcillo masónico en todo lo que vamos examinando,..

b).- "Ecce Agnus Dei qui tollit peccata mundi" (Este es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo).
Traducen: "...que quitas el pecado..." en vez de "los pecados" (en plural).

Ello da pie para creer se trata del pecado colectivo (como afirman algunos) y no contar los pecados individuales. Y así jugamos al equivoco. Así también se suprime la responsabilidad personal y por ende la confesión y el castigo que no se merece...

c).- Exspectantes beatam Spem et adventum Salvatoris nostri Jesu Cristi". Debe decir en castellano: "Esperando la dichosa Esperanza y la venida de nuestro Señor Jesucristo".
Pero han traducido: "mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Señor Jesucristo".

Como se ve, suprimen lo referente a nuestra "Dichosa Esperanza" (la Gloria). También hay sectas heréticas que no creen en ella. ¡No camuflar errores!...

d).- También los traductores se muestran partidarios de eliminar el Dogma del ALMA HUMANA (como tantos herejes).
Así en la traducción del "Domine, non sum dignus", las palabras "sanabitur anima mea" las compusieron por "bastará para sanarme". Debe decir: (como siempre se rezó): "mi alma quedará sana" (ó "salva").


TRADUCCIONES ERRONEAS

NOTA: Nos limitamos casi exclusivamente al Ordinario de la Misa.

a).-"La Gracia de nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre y la Comunión del Espíritu Santo esté con vosotros".

El latín dice: "Communicatio" = Comunicación (del Espíritu Santo), porque la "comunión" se puede entender la comunión eucarística, la comunión en la misma fe o unión del Papa con los Obispos...
El término "esté", mejor se traduciría por sea, porque la comunicación se hace y no solo está.

b).- "Hermanos: Antes de celebrar los sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados". Debe decir (en consonancia con el latín): "Reconozcamos nuestros pecados PARA PREPARARNOS A CELEBRAR...", (ó "para que seamos aptos para celebrar…")

c).- CONFITEOR:
Debe decir: "Yo confieso a Dios", y no "ante Dios".
Porque también me confieso ante los bancos, los cirios y las columnas de la iglesia.

"Por mi gran culpa".
Debe decir: "grandísima".
Así está en latín y expresa mejor el lenguaje del corazón arrepentido.

NOTA: Los traductores son muy secos y demasiado tacaños para llamar a Dios con un superlativo. Así: "clementissime" traducen por "misericordioso" (Cfr. "Te igitur"); "dilectissimi" traducen por "amado" (Cfr. Quam oblationem") ¿Cómo anda ese Don de Piedad?

d.- GLORIA.
El latín dice: "Hominibus bonae voluntatis" (los hombres de buena voluntad), Prescindiendo de razones teológicas, diremos que así concuerdan todas las traducciones (que sepamos); ¿por qué no la traducción española?.

e).- Y otra vez el "qui tollis peccata mundi" traducido por "el pecado del mundo" (en singular). ¿A qué pecado social o colectivo os referís?

f).- "Solo Tú eres Santo, solo Tú Señor".
El latín pone en adjetivo: "Tú SOLO eres El Santo. Tú SOLO El Señor"...

No es verdad que sólo Dios es santo y señor, ya que hay muchos que son santos y señores. En este caso se equipararía a Dios con las criaturas, lo cual sería grandísima blasfemia.

g).- LECTURAS: "Laus, tibi, Criste" (Alabanza a Ti, Cristo)
traducen por "Te alabamos, Señor" (¡).

h).- CREDO:
¿Por qué habrán traducido "CREEMOS" en vez de "CREO"? ¿Otra vez el colectivismo? Pero si hasta en la profesión de fe en el Bautismo, a pesar de que el sacerdote pregunta a muchos "¿creeis?", cada cual responde en singular: "creo"...

Porque la fe es virtud personal. Nos aseguran que sólo los españoles traducen así... (1),

i).- "En tiempos de Poncio Pilato".
Debiera decir: "Bajo el poder de Poncio Pilato" (como se ha rezado siempre)

El poder de un gobernador y los tiempos de su gobierno son cosas muy distintas. El poder de Poncio Pilato sobre Nuestro Señor fue reconocido por el mismo Redentor al decir: "No tendrías sobre Mi ningún poder, si no se te hubiese dado de Arriba". He ahí el AMOR de todo un Dios sometiéndose al poder de un hombre (¡) para ofrecerse como Víctima de amor y de obediencia por nosotros. Refléjese en la traducción.


CANON ROMANO

j).- "Uti acepta habeas et benedicas haec dona, haec munera":
Traducen: "que aceptes y bendigas estos dones".
Queda sin traducir: "munera".

Sobre el Altar hay dones (de Dios) y obsequios (munera) del hombre. "Munera" tiene el significado de obligación, de ofrenda por parte del hombre.

k).- "Memento, Domine... omnium circunstantium... pro quibus tibi oflerimus VEL qui tibí offerunt".
Traducen: "Acuérdate, Señor, de todos los aquí reunidos... por ellos te ofrecemos Y ellos te ofrecen..."

El término VEL es disyuntivo y marca la diferencia esencial entre el sacerdote oficiante y el sacerdocio común de los fieles, (Fíjense los lectores cómo el cambio de una simple partícula es aprovechado para infiltrar un error dogmático).

l).- QUAM OBLATIONEM:
En la traducción de esta oración se han suprimido las palabras: "Benedictam, adscriptam, ratam, rationabilem, aceptabilemque".

Es increíble la audacia sacrílega de esos traductores violando la Santa Misa.

Sin embargo no sobra ninguna palabra en esta admirable oración.
Así: 1º) La bendición santifica la víctima, haciéndola capaz de ser ofrecida a Dios (benedictam);
2º) la oblación entrega la víctima a Dios, que la apropie (adscriptam);
3º) la oblación así aceptada, confirmada y ratificada (ratam), da lugar a proceder a su inmolación;
4º) por la consumación la Víctima es despojada de su materialidad y elevada a un estado más digno y santo, más espiritual (rationabilem);
y la Comunión requiere por parte de Dios la previa aceptación (acceptabilem).

ll).- "Quaesumus, Domine, ut placatus accipias".
Traducen: "Acepta, Señor, en tu bondad".
Debe decir: "Te rogamos, Señor, que aceptes aplacado...".

Pues nuestros pecados bien merecen las iras de Dios... Apunta al Sacrificio propiciatorio, que niegan los protestantes, y... los traductores de resabios luteranos, como lo estamos demostrando prácticamente...

m).- "DONEC VENIAS":
"Hasta que vengas" (es la traducción exacta).
Sin embargo, traducen: "¡Ven. Señor Jesús!".

Es un contrasentido exclamar ante el Señor presente en la hostia:
"¡Ven, Señor Jesús!".
-Pero ¿cómo? (dirá El) ¿no crees que estoy aquí?.
En efecto, el latín tiene otro significado muy distinto. Se refiere a la última venida: "Anunciamos tu muerte... hasta que vuelvas". Pero para un protestante o un anglicano, Cristo no acaba de llegar al Altar (en la Consagración), pues ya está presente en la asamblea. ..(¡).

n).- "Omni benedictione celesti et gratia repleamur".
Debe decir: "Seamos colmados de toda gracia y bendición celestial".
Pero han traducido: "Bendecidos con tu gracia, tengamos parte en le plenitud de tu Reino".

Sobran palabras y ofuscan el significado de la "gracia" y la "bendición" en sentido católico. (¡NO ser pedantes!).

ñ).- "Beati qui ad Coenan Agni vocati sunt" (Dichosos los que han sido invitados a la Cena del Cordero).
Los traductores se contentaron con decir: "Dichosos los llamados a esta cena". (Si esa es una cena cualquiera, prefiero la de mi casa).

0).- OTRA OMISION IMPORTANTíSIMA:
En el Prefacio suprimieron: "Los Serafines, Querubines, Tronos, Dominaciones, Virtudes, Potestades...".
Pero... ¿por qué razón, señores traductores? ¿Con qué autoridad habéis cercenado de la Liturgia a las Jerarquías celestiales?. -Ya lo sé: muchas son las sectas heréticas que no creen en las distintas Jerarquías de los coros angélicos...

p).- El latín dice: "Et Verbum Caro factum est et habitavit in nobis".
Traducen: "Y la PALABRA se hizo hombre y acampó entre nosotros".

Sin embargo, siempre el pueblo fiel entendió que el "Verbo" es el "Hijo de Dios"; pero PALABRA se haga hombre.. .(¡). Además PALABRA es femenino; puede inducir a confusiones: recuerda algo vaporoso que sale de la boca.

En fin; que nos quedamos con la traducción de siempre: "El Verbo (de Dios) se hizo hombre, y habitó entre nosotros". Porque (también) ese "acampó" por muy deportivo que parezca, nos sugiere que el Señor hizo una tienda para sí, independiente de la nuestra, en la que queremos que “habite". Así lo manifestó El mismo: "Haremos nuestra morada en él" (Jn. 14,13).

q).- PLEGARIA II: "Et universo clero".
Debe decir: "y a todo el clero".
Pero han traducido: "y a todos los que en ella (Iglesia) cuidan de tu pueblo".

Esos señores tan protestantizados, no quieren reconocer la diferencia entre el sacerdocio ministerial y el sacerdocio común de los fieles. Ya lo hemos advertido en la letra k. Sin embargo, deben reconocer que también "cuidan del pueblo" las asistentes sociales, las enfermeras, y tantas y tantas religiosas...

r).- "Ten misericordia de nosotros, y así con María, la Virgen Madre de Dios, los Apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad...".
El latín pone BEATA antes del nombre de María, BEATIS antes de Apóstoles, y nombra OMNIBUS SANCTIS a todos los Santos.

Pero como los protestantes no admiten el culto de los Santos, ahí tenemos la supresión de esos calificativos (beata, beatis, Sanctis) de nuestros INTERCESORES CELESTIALES...

s).- PLEGARIA III:
También en esa Plegaria se ha suprimido el BEATISSIMA para la Virgen, el BEATIS para los Apóstoles. y el GLORIOSIS para los Mártires...

¡Dios nos ampare!. Pues los Santos fueron suprimidos por nuestros traductores.

t).- Y ahora díganme ustedes, queridos lectores, ¿por qué razón esos traductores, nos han cambiado el lenguaje religioso?

Pongamos algunos ejemplos:

Devoción se cambió por Entrega.
Verbo se cambió por Palabra.
Alianza se cambió por Pacto.
Cristo se cambió por Mesías.
Misa se cambió por Cena.
Sacrificio de la Misa se cambió por Memorial
Canon se cambió por Plegaria.
Cáliz se cambió por Copa.
Evangelio se cambió por Buena Nueva.
Escribas se cambió por Letrados.
Ancianos se cambió por Senadores.
Publicanos se cambió por Recaudadores.

Y así una interminable lista de palabras consagradas por el uso de veinte siglos de Historia Sagrada han sido sustituidas por otras, que por muy equivalentes que sean, no llegan a expresar con exactitud el concepto con que al fiel siempre se le enseñó.
Si, por ejemplo, a Jesús le llamásemos ahora SALVADOR, no manifestaríamos ningún error, pero tendríamos necesidad de un acto de reflexión para hallar el concepto de JESUS por medio del nombre SALVADOR. Tendríamos que hacer el siguiente raciocinio: "Salvador es el que antes llamábamos Jesús".

u).- Otro disparate mayúsculo han cometido los traductores al aplicar a la Santísima Virgen sin distinción las palabras "conjux" y "uxor".

El Evangelio dice que María es "conjux" (esposa) de José; y que Isabel es "uxor" (mujer) de Zacarías. Como se nota, el Autor inspirado llama a María "esposa" y no "mujer" de José. Cosa que en el caso concreto del matrimonio virginal de María y José es muy de notar.

Pero los traductores han dado a Maria el apelativo de "mujer" de José; sin más. ¿Creen ellos en la Virginidad de Maria... y de José?. -Lo dudo mucho; y en parte tengo mis sospechas desde que la Sociedad Mariológica Española se vio obligada a protestar por las traducciones de los textos (oraciones y lecciones) referentes a la Virginidad de María, su Mediación y su Concepción Inmaculada. Aunque en sucesivas ediciones del Misal se han corregido algo, pero no del todo.

OTRAS ADVERTENCIAS

1).- Los traductores han obrado con malicia al desobedecer a Roma, que prescribió se colocase en el Misal el idioma vernáculo el lado del latín. Así han desterrado de la Liturgia el latín "con el fin de que sus obras malas no fuesen descubiertas" (Juan 3,20) por los expertos en la lengua del Lacio. Con ello también han conseguido sea imposible la celebración de la Santa Misa en latín "al menos una vez al mes", como está preceptuado. Porque si no existen misales en latín ¿cómo vamos a celebrar esa Misa así prescrita?

2).- Permítannos los sacerdotes este consejo: usar el latín al menos en la Consagración de ambas especies desde el "Qui pridie". Así evitaremos la traducción errónea del "pro multis" y del "benedixit".
Es demasiado trascendente el momento de la Consagración, como para permitir se deslicen herejías o palabras ambiguas...

3) En las oraciones con errores evidentes, recomendamos escribir junto al texto del Misal las palabras correctas.

4) Mientras la Conferencia Episcopal no nos proporcione una traducción "inmune de todo error" (como ordena el Concilio de Trento), no nos consideramos obligados a acatar el Decreto que prescribe una traducción plagada de errores manifiestos.
Sin embargo, reconocemos que solamente la Conferencia Episcopal es la autorizada a confeccionar y aprobar la traducción auténtica.
Pero, Señores Obispos, pongan un poco más de cuidado...

5).- Por todo ello apreciamos mucho más la MISA TRIDENTINA tan exacta en la exposición de las verdades católicas y, que nosotros sepamos, hasta el presente nunca ha sido abolida por el Papa. Más aún, no puede ser abolida.



CONCLUSION

Queridos sacerdotes y sufridos fieles cristianos:
¿Os habéis escandalizado de la lectura de este enérgico escrito contra los TRADUCTORES y (¿porqué no decirlo?) los Jerarcas que han aprobado semejantes frutos venenosos para la Fe Católica?
Estamos convencidos de vuestra respuesta afirmativa.
Sin embargo, con San Gregorio Magno (Papa y Doctor de la Iglesia) os replicamos:

"MAS VALE CAUSAR ESCANDALO, QUE ESCONDER LA VERDAD".

Todo este escrito no tiene otro objetivo que intentar desterrar el error infiltrado en el Sacrosanto Sacrificio de la Misa, adonde han logrado penetrar manos sacrílegas.
Restablezcamos la pureza doctrinal en la Plegaria Litúrgica.
Que se cumpla en la Misa lo que el Concilio de Trento ha definido: "La Misa... es de tanta pureza y está tan libre de error, que nada hay en ella que no exhale santidad y piedad exterior, y que no eleve a Dios los espíritus de los que ofrecen" (Sess. XXII, Cap. 4).

Por Diboy Casti