Barnaba Niccolò Maria Luigi Chiaramonti S.S. Pio VII |
Napoleón había "invitado" al Santo Padre a que le coronase como Emperador... Pasados los fastos de la coronación y vuelto a las preocupaciones políticas, el Emperador daba largas al Papa respecto a su retorno a Roma.
Napoleón, aduciendo que el paso de los Alpes en invierno era por lo menos una imprudencia, logró que Pío VII permaneciese unos meses en París, alojado espléndidamente en el Pabellón de Flora de las Tullerías. La intención de Napoleón era, desde luego, prolongar indefinidamente la estancia del Papa para hacerla servir a sus intereses.
Un miembro de la corte imperial sugirió al Pontífice, con sutiles amenazas, que fijara su residencia en Aviñón, como habían hecho sus predecesores en el siglo XIV. El Papa respondió diciendo que no le importaba lo que hicieran con él, pues antes de partir de Roma había dejado instrucciones precisas según las cuales, si se le retenía contra su voluntad, los cardenales debían considerarlo como dimitido a todos los efectos. “Entonces, -aseguró-, en mí sólo tendréis a un humilde monje llamado Barnaba Chiaramonti, pero nada más”.
Ante este argumento, que le fue comunicado, Napoleón dejó finalmente marchar a Pío VII, que emprendió su regreso a Roma el 4 de abril de 1805
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