La casulla; el vestido de púrpura puesto a Jesús cuando le trataron en son de burla como rey.
Admonición del Obispo al imponer la Casulla al Sacerdote;
Accipe vestem Sacerdotalem, per quam charitas intelligitur: potens est enim Deus, ut augeat tibi charitatem, et opus perfectum. Oración del Sacerdote al vestirla, antes de cada Misa;
Dómine, qui dixísti: Jugum meum suáve est et onus meum leve: fac, ut istud portáre sic váleam, quod cónsequar tuam grátiam. Amen.
("Señor, que dijiste: "Mi yugo es suave y mi carga ligera"; haced que de tal modo sepa yo llevarlo para alcanzar vuestra gracia") Del latín "casula", "casa pequeña" o tienda. La vestidura exterior del sacerdote, por encima del alba y la estola, a modo de capa. Origen: el manto romano llamado "pénula".
El color cambia según la liturgia. Los colores litúrgicos son verde, blanco, rojo, morado, dorado, negro y rosa.
Es el ornamento propio del sacerdote.
Paulatinamente, a medida que la prenda se fue enriqueciendo con bordados, ciertos gestos y movimientos se hacían más difíciles para el sacerdote celebrante por lo que durante la incensación y la elevación, el diácono o el acólito comenzaron a ayudarle sosteniendo la prenda para aligerar su peso y posibilitar los movimientos establecidos por las rúbricas.
Con posterioridad, para facilitar dichos movimientos la prenda se fue recortando hasta adquirir en el siglo XVI la forma con la que llegó hasta el siglo XX, mucho más pequeña, cubriendo sólo el tronco y algo de las extremidades inferiores pero nunca los brazos que quedaban completamente libres.
Uso
La casulla es la prenda que utiliza el sacerdote sólo para celebrar la santa misa. Sin embargo, existen algunas excepciones:
1. Durante los Oficios del Viernes Santo (pero no durante el descubrimiento y adoración de la cruz).
2. Durante el matrimonio cuando a éste le sigue inmediatamente la misa de velaciones
3. Durante la exposición menor con el copón cuando ésta sigue a la misa sin que el sacerdote se hubiese alejado del altar (pero nunca si hubiese sido casulla negra).
4. También la usan los doce sacerdotes que asisten al obispo en la bendición del crisma el jueves santo.
Por último hay que señalar que igualmente visten este ornamento los sacerdotes que portan la parihuela con las reliquias de los mártires durante la consagración de los altares en la dedicación de un templo.
La imposición de la casulla tiene lugar inmediatamente después del rito esencial de la ordenación, es decir: después de la imposición de manos del obispo y las palabras de la forma sacramental. El candidato ya es sacerdote y ha recibió ex opere operato el carácter y la gracia sacerdotal con todas sus facultades. Sin embargo la liturgia va a explicitar con su lenguaje simbólico, las principales de dichas facultades, a través de una serie de ritos no esenciales pero que explican las diferentes facultades del sacerdote.
Primero imposición de estola y casulla, después unción de manos. Transmisión del cáliz y patena, etc.
Por eso se reviste la casulla plegada: para significar que hasta el final de la ceremonia la transmisión del sacerdocio no estará completa, es decir hasta cuando el Obispo (después de la comunión) por la segunda imposición de manos les transmite el poder de perdonar los pecados.
Los nuevos sacerdotes concelebran su primera Misa de rodillas (acompañado cada uno de un presbítero asistente). Sus casullas permanecen aun plegadas, como se ve en ésta imagen;
Después de la comunión y de las abluciones, el Obispo (sentado) impone una segunda vez las manos al nuevo sacerdote, para transmitirles el poder de absolver los pecados:
Accipe Spiritum Sanctum; quorum remiseris peccata, remittuntur eis; et quorum retinueritis, retenta sunt Tras lo cual la casulla es finalmente desplegada. El desarrollo ritual del sacerdocio está completo:
El Obispo, acto seguido, recibe la promesa de obediencia del nuevo sacerdote, tras la cual lo abraza diciendo:
Es el ornamento propio del sacerdote durante la celebración de la Santa Misa y el más importante de todos
Espiritualmente, la casulla nos recuerda el suave yugo de la ley del Señor.
En la actualidad, con el Novus Ordo en la concelebración, no sólo el presidente, sino el resto de sacerdotes celebrantes la utilizan durante la misa, si bien es habitual que la del presidente se distinga de las del resto por su particular ornato.
Tras el concilio Vaticano II, la forma gótica fue la más aceptada como gesto visible de una liturgia renovada también en sus aspectos materiales, pero pronto el valor dado al diseño y la nobleza material y compositiva frente a su carga ornamental devino en un abandono generalizado de cualquier conexión con el pasado que las inspiró cayendo en diseños de verdadero mal gusto que aún hoy son los más extendidos
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