El rito es enteramente en latín, ofrecemos solamente la traducción.
En la puerta de la iglesia
Sacerdote: (nombre del niño) ¿Qué pides a la Iglesia de Dios?
Padrino: La fe.
Sacerdote: ¿Qué es lo que te da la fe?
Padrino: La Vida Eterna
Sacerdote: Si quieres, pues, entrar en la vida eterna, guarda los mandamientos. Amarás al Señor Dios tuyo con todo tu corazón y con toda tu mente y al prójimo como a ti mismo.
El Sacerdote sopla tres veces suavemente en la cara del infante y, dirigiéndose al demonio, en cuyo poder está aquella alma por el Pecado Original, le dice imperiosamente:
Sal de éste niño(a) espíritu inmundo, y da lugar al Espíritu Santo Consolador
Hace en seguida el Sacerdote la señal de la Cruz en la frente y el pecho del infante, diciendo:
Recibe la señal de la Cruz, tanto en la fren+te como en el pe+cho; asume la fe de los celestiales preceptos; y procura guiarte por ellos para poder ser el templo de Dios.
El Sacerdote prosigue diciendo:
Oremos: Os pedimos, Oh Señor, que escuchéis con bondad nuestras plegarias y guardéis con vuestro eterno poder a éste vuestro elegido (nombre del niño) señalado con el signo de la Cruz; para que, guardando los principios de la grandeza de vuestra gloria, merezca llegar a la gloria de vuestra redención con la guarda de vuestros mandamientos. Por Cristo Nuestro Señor. R. Amén
Pone el Sacerdote la mano sobre la cabeza del bautizado, como significando que Dios le protegerá; y teniéndola extendida, dice:
Oremos: Omnipotente y eterno Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo; dignaos mirar a este siervo vuestro (nombre del niño), al que os habéis dignado llamar a los principios de la fe; quitad toda ceguera de su entendimiento; romped todos los lazos de Satanás; abridle las puertas de vuestra piedad para que con la plenitud de vuestra sabiduría se vea libre del hedor de todas las concupiscencias y, alegre con el suave olor de vuestros preceptos, os sirva en vuestra Iglesia y adelante en virtud de día en día. Por el mismo Cristo nuestro Señor. R. Amén
Pone el Sacerdote un poquito de sal en la boca del infante, para significar que, así como la sal preserva de la corrupción, le preserve Dios de la corrupción del pecado; y dice:
Sacerdote: (nombre del niño) recibe la sal de la sabiduría, seate propiciación para la vida eterna R. Amén
Sacerdote: La paz sea contigo R. Y con tu espíritu.
Sacerdote: Oremos: Oh Dios de nuestros padres, Dios Creador de toda verdad, os pedimos humildemente que os dignéis mirar propicio a este vuestro siervo (nombre del niño); y ya que ha gustado por primera vez ésta sal, no permitáis que se vea por más tiempo privado de este celestial alimento, antes sea fervoroso de espíritu, alegre en la esperanza y constante servidor de vuestro Nombre, conducidle, Señor, a la limpieza de la nueva regeneración, para que merezca conseguir con vuestros fieles servidores los eternos premios que nos habéis prometido. Por Cristo nuestro Señor. R. Amén
Con el poder que de Dios ha recibido, el Sacerdote increpa imperiosamente al demonio con estas palabras:
Yo te conjuro, espíritu inmundo, en el nombre del + Padre, y del + Hijo, y del Espíritu + Santo, a que salgas y que te apartes de este siervo de Dios (nombre del niño), Reprímate Él, oh maldito condenado, Aquel que a pie enjuto caminaba sobre el mar y alargó la mano a Pedro cuando se iba sumergiendo.
Así, pues, oh maldito diablo, reconoce tu justa condenación, y honra a Dios vivo y verdadero; honra a su Hijo Jesucristo y al Espíritu Santo, y márchate de este siervo de Dios (nombre del niño), a quien Jesucristo, nuestro Señor y Dios, ha llamado a Si por su gracia, con la bendición y recepción del santo Bautismo.
Otra señal de la Cruz hace el Sacerdote sobre la frente del infante, al mismo tiempo que conjura de nuevo al espíritu maligno, y dice;
Y tú, maldito diablo, no te atrevas nunca a profanar esta señal de la + Cruz, que yo acabo de poner sobre su frente. Por el mismo Cristo, Señor nuestro. R. Amén
Pone la mano sobre la cabeza del infante en señal de que no le faltará la asistencia de Dios y, teniéndola extendida, dice:
Oremos: Señor santo, Padre Omnipotente, eterno Dios, autor de toda luz y verdad; os suplico que derraméis vuestra justísima y eterna piedad sobre éste siervo (nombre del niño), para que le iluminéis con la luz de vuestra inteligencia; limpiadle y santificadle; dadle la verdadera ciencia para que, haciéndose digno de la gracia del Bautismo, tenga una fe firme, un recto consejo y la santa doctrina. Por Cristo, nuestro Señor. R. Amén
El infante permanece aún fuera de la iglesia, en el pórtico, pues no es digno de entrar en ella. Ahora el Sacerdote, después de los exorcismos que ha dirigido contra el maligno espíritu, pone el extremo izquierdo de la estola sobre el infante y le conduce hacia la pila para recibir la Gracia Bautismal. Al mismo tiempo dice:
Sacerdote: (nombre del niño), entra en el templo de Dios, a fin de que tengas parte con Cristo en la vida eterna, R. Amén
Dentro de la iglesia
Entrados en la iglesia, mientras caminan hacia la pila donde se ha de practicar el Bautismo, rezan el Credo y el Padrenuestro, practicando así un acto de fe pidiendo gracia a Jesús, cuyo discípulo va a ser dentro de poco el infante.
Ante el Baptisterio
Exorcismo solemne. Un poco antes de llegar a la pila, de espaldas a la puerta del baptisterio, el Sacerdote exorciza y conjura otra vez al demonio, diciendo:
Yo te conjuro, espíritu inmundo, en nombre de Dios + Padre Omnipotente, y en nombre de Jesucristo + Hijo suyo y Señor y Juez nuestro, y en virtud del Espíritu + Santo, que te marches de ésta criatura (nombre del niño), que es imagen de Dios, y al cual nuestro Señor se ha dignado llamar a su santo templo para hacerle templo de Dios vivo, y para que more en él el Espíritu Santo. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, y al mundo con el fuego. R. Amén
Luego el Sacerdote, con el pulgar de la mano derecha e imitando a Jesús, que con esta ceremonia curó al sordomudo, toma un poco de saliva para tocar las orejas y la nariz del infante. (Este rito podría omitirse si lo aconsejase una causa racional)
Éfeta (tocando la oreja derecha), que significa: Abríos (tocando la izquierda).
En olor (tocando la nariz del lado derecho) de suavidad (al lado izquierdo).
Y tú, diablo, huye, porque se acerca el juicio de Dios.
Antes de proceder al Bautismo, el Sacerdote en nombre de Dios, exige que el bautizado renuncie a Satanás y a todas sus obras. Y así pregunta al infante llamándole por su propio nombre, contestando por él sus padrinos:
Sacerdote: (nombre del niño) ¿Renuncias a Satanás?
Padrino: Renuncio
Sacerdote: ¿Y a todas sus obras?
Padrino: Renuncio
Sacerdote: ¿Y a todas sus pompas?
Padrino: Renuncio
El padrino o la madrina descubren la cabeza del infante y un poco del pecho y de la espalda. El Sacerdote moja el pulgar con el óleo de los catecúmenos y con el unge al infante en el pecho y en la espalda, formando una cruz en cada parte, diciendo:
Yo te unjo + con el Óleo de la salvación en Jesucristo nuestro Señor, para que tengas la vida eterna. R. Amén
Limpia el Sacerdote con un poco de algodón o estopa su pulgar y las partes ungidas del infante.
En el Baptisterio
Las ceremonias hasta aquí realizadas no son más que una preparación para el acto del Bautismo.
Deja el Sacerdote la estola morada, señal de penitencia, y toma la estola blanca. Entra en el presbiterio, y con él los padrinos llevando al infante. Ante la pila, donde éste ha de recibir el Bautismo, el Sacerdote hace las siguientes preguntas, llamando por su nombre al infante, a las que responde en su nombre el padrino:
Sacerdote: (nombre del niño), ¿Crees en Dios Padre Omnipotente, Creador del Cielo y de la tierra?
Padrino: Creo
Sacerdote: ¿Crees en Jesucristo, su único Hijo y Señor nuestro, que nació y padeció?
Padrino: Creo
Sacerdote: ¿Crees en el Espíritu Santo, la santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, la resurrección de la carne y la vida eterna?
Padrino: Creo
Y sigue la última pregunta, definitiva, resolutiva, decisiva.
Dice el Sacerdote al infante, llamándole por su nombre:
Sacerdote: (nombre del niño) ¿Quieres ser bautizado?
Padrino: Si quiero.
Los padrinos toman al infante, el cual tendrá la cabeza desnuda y la cara hacia abajo. El Sacerdote con una concha toma el agua bautismal y la derrama tres veces sobre la cabeza, en forma de cruz, diciendo al mismo tiempo las palabras sacramentales:
Sacerdote: (nombre del niño), Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
El infante es ya cristiano; ha recibido el Sacramento regenerador; se le ha comunicado la vida divina, la Gracia, se le ha perdonado el Pecado Original, es miembro de la Iglesia Católica y tiene derecho al Cielo.
En seguida el Sacerdote moja el pulgar con el santo Óleo del Crisma y unge al infante en la extremidad de la cabeza, en forma de cruz, diciendo:
Dios Omnipotente, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que te ha regenerado con el agua y el Espíritu Santo, y que te ha perdonado todos tus pecados (aquí le unge), Él mismo te unja con el Crisma + de salvación, en el mismo Jesucristo, nuestro Señor, para la vida eterna. R. Amén
Sacerdote: La paz sea contigo. R. Y con tu espíritu.
Después que el Sacerdote ha limpiado con algodón su pulgar y la parte ungida del infante, pone sobre él la vestidura blanca para indicar que ha de guardar toda su vida la Gracia que acaba de recibir.
Sacerdote: Recibe la vestidura blanca que puedas llevar limpia y pura ante el tribunal de nuestro Señor Jesucristo, para que tengas la vida eterna. R. Amén
Da el Sacerdote una vela encendida al niño, o al padrino, en su nombre, para significar el buen ejemplo de vida cristiana, que ha de dar siempre, procurando no mancillar nunca su alma con el pecado.
Sacerdote: Recibe la vela encendida, y guarda los mandamientos de Dios, para que, cuando el Señor viniere a las celestiales bodas, puedas salir a su encuentro juntamente con todos los Santos en el Cielo, y vivas eternamente. R. Amén
Terminadas todas las ceremonias del Santo Bautismo, el Sacerdote despide al recién bautizado con unas palabras que recuerden las que Jesús solía dirigir a sus Apóstoles:
Sacerdote: (nombre del niño), vete en paz, y el Señor sea contigo. R. Amén