Este blog no tiene actualizaciones, y se lee hacia atrás, solo es una recopilación de distintas publicaciones de otros blog expertos en estos temas... las publicaciones no son mías... Y me atrevo a publicarlas para que conozcas la Bimilenaria tradición de la Iglesia.

domingo, 27 de noviembre de 2011

¿Qué es la Misa?


¿Qué es la misa? ¿Qué representa? La misa es un catecismo vivo. Lo que el catecismo nos enseña –el Credo, los mandamientos de la ley de Dios, los sacramentos, las virtudes cristianas, el Padrenuestro- y todo esto se realiza, punto por punto, de un modo admirable en cada Misa.

La primera parte de la Misa es la parte de la enseñanza. Expone las diferentes verdades del Credo. Nos lleva lenta pero seguramente a nuestra profesión de fe.

Si el Credo es el canto del amor de Dios por nosotros, la segunda parte de la Misa es su realización. Como dijo Nuestro Señor, toda la Ley y los profetas están contenidos en estos dos mandamientos: amar a Dios y al prójimo.

Ahora bien, todo esto que se produce desde el ofertorio y la consagración hasta el Padrenuestro es la realización del amor de Dios por nosotros y del amor de Nuestro Señor Jesucristo a su Padre. Por consiguiente, los dos mandamientos esenciales que resumen el Decálogo se realizan en esta parte de la Misa.

¿Puede haber en este mundo un acto de amor a Dios mas grande que el que Nuestro Señor Jesucristo realizo en el Calvario? Jesucristo, al expirar en la Cruz, manifestó su amor infinito a su Padre, y esto se realiza de nuevo en nuestros altares.

Por otra parte, el segundo mandamiento, que consiste en amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, se realiza también en el Santo Sacrificio de la Misa. Nuestro Señor Jesucristo mismo fue el que dijo: “¿Puede haber un acto de amor mas grande que dar su vida por aquellos que se ama?” Nuestro Señor Jesucristo dio su vida por aquellos que se ama, es decir por nosotros, y esto se realiza también en el Santo Sacrificio de la Misa. La muerte de Nuestro Señor Jesucristo es el mayor acto de caridad que podía hacer para redimir a los hombres, sus hermanos. Dio toda su Sangre, así como su Alma y su vida por aquellos que amaba, y esta misma Sangre divina nos purifica y nos santifica durante la Misa.

De este modo se vive el Decálogo; no esta únicamente escrito en nuestras paginas del catecismo con letras muertas, sino que se vive. Cada día, cada vez que se ofrece el Santo Sacrificio de la Misa, Nuestro Señor Jesucristo mismo realiza el Decálogo. Que ejemplo para nosotros! Por esto queremos participar de la vida de Nuestro Señor Jesucristo para tener también en nosotros este deseo y esta necesidad, en cierto modo, de amar a Dios y de amar a nuestro prójimo.

El sacrificio de la Misa es todo un programa; es realmente una joya. En la Misa hay tres partes: la primera es una enseñanza, luego llega la consagración en donde Nuestro Señor viene al altar, y finalmente la comunión.

El sacerdote encuentra ahí todo lo que tiene que hacer. Estas tres partes expresan el ministerio del sacerdote en sus tres poderes: la Potestas Docendi, el poder de enseñar; la Potestas Sanctificandi, el de santificar, y la Potestas Regendi, el de dirigir a los fieles.

La primera parte de la Misa corresponde al poder de enseñar concedido al sacerdote. La segunda, a la santificación: el sacerdote santifica a los fieles con su oración. La tercera, al poder de dirigir a las almas. En efecto, al dar el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor a los fieles, por el hecho mismo, el sacerdote comunica el mandamiento de la caridad. Este es realmente el acto de caridad que permite a los fieles dirigirse bien en la vida cristiana. Al transmitirles la ley viva que es Nuestro Señor, el sacerdote ejerce su poder de dirección.

Para los fieles, las distintas partes de la Misa corresponden a la Fe, Esperanza y Caridad. La Fe en la enseñanza, la Esperanza en la Cruz. La transubstanciación significa la cruz de Jesús, que es nuestra esperanza. O Cruz, ave, spes única! “Salve, oh Cruz, esperanza nuestra”. Luego viene la caridad, que es la comunión y la unión en el amor con Nuestro Señor Jesucristo. Nuestro Señor no podía darnos una mayor prueba de su amor que entregarse como alimento a nuestras almas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario