Este blog no tiene actualizaciones, y se lee hacia atrás, solo es una recopilación de distintas publicaciones de otros blog expertos en estos temas... las publicaciones no son mías... Y me atrevo a publicarlas para que conozcas la Bimilenaria tradición de la Iglesia.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Manípulo

El manípulo; las ataduras de las manos de Nuestro Señor Jesucristo al ser azotado

  

Admonición del Obispo al imponérsela al Sacerdote:
Accipe manipulum, per quem  designantur fructus bonorum operum

Rúbrica y oración del Sacerdote al vestirla antes de cada Misa
Ad Manipulum, dum imponitur brachio sinistro:
Mérear, Dómine, portáre manípulum fletus et dolóris; ut cum exsultatióne recípiam mercédem labóris.
(“Merezca, Señor, llevar el manípulo del llanto y del dolor, para poder recibir con alegría el premio de mis trabajos”)




Oración del Obispo al vestirla antes de cada Misa
Ad Manipulum:
Mérear, precor, Dómine, manípulum portáre mente flébili; ut cum exsultatióne portiónem accípiam cum justis

El sacerdote, (y también el Diácono y el Subdiácono en las misas solemnes), lo lleva fijo sobre el brazo izquierdo.

Tiene, como la estola, tres cruces y es en todo similar a aquella, sólo que considerablemente más corta. Se lo coloca el sacerdote, el diácono y el subdiácono para la celebración de la misa. Si un clérigo de órdenes menores hace de subdiácono, éste no lo utiliza 

El manípulo, que ha de ser del color litúrgico del día, debe tener en su centro, que viene encima mismo del brazo, una cruz que ha de besar el que lo lleva, tanto antes de ponérselo como después al quitárselo. Ordinariamente también suele ponerse una cruz a cada extremo, aunque no está propiamente mandado.
Espiritualmente nos recuerda las buenas obras y que los trabajos y el dolor ofrecidos a Dios serán espléndidamente recompensados.

  

Tiene su origen en un trozo de lienzo o pañuelo que antiguamente llevaban los cónsules y que agitaban en el aire para señalar el principio o fin de algún acto.
También servía para enjugar el sudor o las lágrimas.

El manípulo, pues, hace referencia a los sufrimientos de esta vida en vista de la recompensa y la alegría eternas. Es también una expresión simbólica de una de las bienaventuranzas proclamadas por Nuestro Señor: “Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados” (Mateo 5, 5).

Siendo el manípulo el símbolo del dolor, es empleado en la Santa misa, que es la renovación del sacrificio del Calvario. No se lo emplea fuera de la Misa, porque ningún dolor es comparable al de Jesucristo sobre al Cruz

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