Este blog no tiene actualizaciones, y se lee hacia atrás, solo es una recopilación de distintas publicaciones de otros blog expertos en estos temas... las publicaciones no son mías... Y me atrevo a publicarlas para que conozcas la Bimilenaria tradición de la Iglesia.

domingo, 1 de mayo de 2011

Juan Pablo II "El Papa Mariano"

Lo hicieron conocer como el Papa de la Virgen, ¿pero fue realmente así?

Después de haber cambiado la doctrina social, la Santa Misa, el Catecismo, el Derecho Canónico, la Eclesiología, la Exégesis, la Liturgia, Juan Pablo II también cambió la doctrina sobre Nuestra Señora. El “Papa Mariano” (!), en sus últimos años, se apartó de la Tradición Católica sobre la “Doctrina Mariana”.

En la audiencia general del 25 de enero de 1996, el Papa Juan Pablo II dice:
«Los exegetas son ahora unánimes en reconocer que el texto del Génesis, según el original hebreo, atribuye la acción de la serpiente no directamente a la Señora, sino a su descendencia».

También aquí, Juan Pablo II fue contra la doctrina de siempre de la Iglesia;
-Pío IX, de hecho había escrito: «… la Santísima Virgen aplasta con su pie inmaculado, la cabeza». (23 abril 1845)
-San Pío X escribe: «María, que aplasta la cabeza de la serpiente».  (8 septiembre 1903)
-Pío XII, escribe: «La Inmaculada aplasta, con su pie, la serpiente infernal» (Cfr. “Osservatore Romano” 26 de julio de 1954).  (26 Julio 1954 en Pont. Par. 652)

En la audiencia general del 30 de mayo de 1996, Juan Pablo II, dice:

«A favor de la Inmaculada Concepción, se cita frecuentemente, como testimonio bíblico, el capítulo XII del Apocalipsis, en el cual se habla de la Señora revestida con el sol (X II, 1). La exégesis actual converge en reconocer en esta Señora a la comunidad del pueblo de Dios, que dará a luz en el dolor al Mesías resucitado».

Es otro desvirtuar la doctrina que la Iglesia siempre enseñó. Pío XII, de hecho (1 enero 1950), en Pon. Par. 597, así se expresaba, en forma distinta: «Los doctores escolásticos han visto a la Madre de Dios en esta Señora revestida con el sol…» (Cfr. “Osservatore Romano”, 1º de enero de 1950)

En la audiencia general del 24 de abril de 1997, Juan Pablo II dice:

«Jesús, en la Cruz, no proclamó formalmente la Maternidad Universal de María, pero ha instaurado una relación materna, consagrada entre Ella y el discípulo preferido». (Cfr. “Osservatore Romano” 24 abril 1997)

También esta fantasiosa ocurrencia errada de Juan Pablo II es contraria a la doctrina de siempre. León XIII, por ejemplo, en “Octobri Mense” (22 septiembre 1901), escribe «… Jesús proclamó desde lo alto de la Cruz (la Maternidad Universal de María), cuando confió a su cuidado y a su amor a la totalidad del género humano en la persona del discípulo Juan…».


También en los “títulos marianos”, Juan Pablo II, el 4 de junio de 1977, en la Pontificia Academia Mariana Internacional, dijo:
«Una definición del “título mariano” de “Abogada”, “Corredentora”, “Mediadora” no está en línea con la orientación del gran texto mariológico del Vaticano II». (Cfr. “Osservatore Romano” 4 mayo 1997).

También aquí, Juan Pablo II fue contra la doctrina enseñada por la Iglesia antes del Vaticano II.

Pío VII, por ejemplo, el 19 febrero 1805, escribió: «… Vamos a acercarnos al trono de su Divino Hijo: como Abogada, pregunta; como Sierva, ora; y como Madre, comanda».

También Pío XI (8 mayo 1928) en su discurso que dio a los peregrinos de Vicenza, dijo: «… El Redentor debe, necesariamente, asociar a su Madre a su trabajo. Por eso invocamos el título de la Corredentora. Ella nos dio al Salvador, que lo llevó a su obra de redención en la Cruz».

Y Pío XII escribió: «… El Divino Hijo quería añadir a su Madre como Abogada de los pecadores y Mediadora de sus gracias».

Sin dudas la peor afrenta sufrida por la Santísima Virgen María ha sido, por parte de Juan Pablo II, el ocultamiento sistemático del Mensaje de Fátima.

Finalmente hasta se atrevió a manifestar un mensaje apócrifo o incompleto, autoadjudicándose el papel preponderante en ese mensaje.


Tan falsa apropiación, entre estas y otras pruebas, son muestra de que despreciaba amplísimamente su lema pontificio: “Totus Tuus”.

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