El método es el mismo en todo el mundo.
En caso de que un parroquiano tenga el atrevimiento de solicitar la celebración de la misa Tridentina:
1.-Frases infalibles: “pronto, pronto” "ya se esta viendo" "no es posible por el momento" etc;
2.-Decirle que el rito ha sido “superado” (¡?) y que se contente con la Nueva Pastoral del Concilio Vaticano II
3.-Preguntarle cosas en Latín y si no contesta argumentar ¿Para que quieres esa misa si no entenderás ni lo que dices?
4.-Decirle simple y llanamente; No sé Latín.
Si el parroquiano se acerca al Obispo (el cual por fuerza tiene que saber Latín):
1.-El primer paso consiste en designar a un sacerdote que no tiene mucha idea de lo que es el Modo Extraordinario, y que tampoco desea aprender sino todo lo contrario: pretende innovar, con lo cual el resultado es una "melange" inaceptable que espanta a los feligreses.
2.-El segundo es constatar que los fieles no asisten (para esto hay que evitar darles doctrina alguna sobre la Sagrada Misa y sus fines)
3.-El tercero es declarar, con bombos y platillos, que no se celebrará más esa misa porque no hay asistencia (porque al pueblo jamás se le dio una ayudadita doctrinal)
Si el grupo de fieles es numeroso (aunque bastan mas de 5), bien preparado (porque se saben al dedillo o han leído el Motu Proprio Summorum Pontificum, la Instrucción “Universae Ecclesiae” y saben de la existencia de la Bula Quo Primum Tempore la cual fija y hace de la Santa Misa un rito a Perpetuidad sin que nadie (ni el Papa mismo pueda suprimirlo):
1.-Invitarlo a que asista a una pequeña conferencia exponiendo el siguiente video.
Dejando la ironía a un lado:
No sé si cabrían más expresiones descalificantes, preñadas de prejuicios, inductoras de desvalorizaciones, en tan breve secuencia de texto y palabra. El redactor de la noticia se ha esforzado en presentar la Instrucción sobre el Motu Proprio de la forma más desfavorable posible, sin atacar de frente, pero dejando en evidencia el tema. Tampoco parecen espontáneas las palabras de Lombardi, cargadas de insinuaciones de sospecha y desconfianza.
¿Qué concepto sacarían Uds. si tuvieran que hacerse un juicio del Motu Proprio, de la Instrucción Universae Ecclesiae y de la Santa Misa Tradicional (la católica y universal durante siglos, la sustituida en 1969 por el Misal de Pablo VI) según lo que dice Lombardi y la redacción de esa agencia ‘oficiosa’ del Vaticano?
Pues háganse cargo de que esas son las tendencias y las (malas) voluntades que corren e imperan en Roma. En otros sitios, en el extra-radio católico, figúrense.
Mientras, a la plena luz del sol que alumbra, la descomposición y deformación de la liturgia católica sigue su progresivo avance, con obispos activos o pasivos que actúan o consienten o ignoran. Los mismos que se horripilan si un cura les pide celebrar públicamente la Misa tradicional o un grupo de fieles solicitan la Misa de siempre en su parroquia de ahora.
El problema litúrgico católico no es un problema de fieles, es un problema de sacerdotes y obispos. Dado que los obispos ni hacen ni dejan de hacer, la clave de la recuperación estaría en los sacerdotes. Pero los curas están impedidos porque no pueden celebrar cum populo sin autorización expresa del obispo. En un aberrante caso de hipocresía respecto a lo más sagrado, a los sacerdotes se les permite celebrar en privado, de forma cuasi-vergonzante, pero se les impide celebrar con los fieles motu proprio, por propia iniciativa, sin esperar que los fieles lo pidan.
¿Acaso pide un niño aprender a multiplicar? ¿Hay que esperar a que un niño pida catequesis para empezar a formarle en la doctrina cristiana? ¿Nunca se puede tomar la iniciativa cuando se trata de hacer el bien, hay que esperar la demanda?
Quizá esa sea la razón que ronda por la mente de nuestros prelados, que la Misa tradicional no es buena, no es beneficiosa, no es aconsejable, no es oportuna, no es adecuada, no es apta. Y por eso las reticencias, y por eso las negaciones, y por eso las dejadeces, y por eso las displicencias, y por eso las desganas, y por eso las resistencias, y por eso las negativas.
Y por eso las cosas que dice Lombardi, el portavoz oficial de la Santa Sede, tan contradictorio, tan desazonante, tan confudente, tan irritante.
Sin embargo, los católicos conscientes pensamos, creemos y mantenemos que, por la gracia de Dios, el 7 del 7 del 7 se abrió una puerta que no se va a cerrar.
Oremus!
+T.
Nota: Hay un comentario que por ser, según creo, representativo de un sentir generalizado, lo copio con el permiso de su autor (si no le gusta lo quito). Es el siguiente:
El polémico punto 19 de «Universæ Ecclesiæ» es una auténtica judiada, una maniobra miserable que revela la perfidia de los monseñores redactores de este documento y su irreprimible inquina contra la Misa tradicional.
Supongo que la mayoría de cuantos promovemos ardorosamente la plena restauración de la Liturgia tradicional Católica, gastamos nuestro tiempo y energía en este antipático combate precisamente porque albergamos alguna duda sobre la validez o sobre la legitimidad de la Misa bugniniana. Si yo tuviera pleno convencimiento de que el Novus Ordo es tan Santo y agrada tanto a Dios como el Rito milenario canonizado por San Pío V, no me tomaría la más mínima molestia en promoverlo ni en solicitarlo, ni emprendería algún que otro domingo un viaje a otra ciudad con la sola finalidad de poder asistir a este Rito. Si estuviera realmente persuadido de que ambas misas son meramente dos opciones equivalentes para un solo Santo Sacrificio, cualquiera me podría acusar con toda razón de comportarme como una especie de pijo elitista, movido por puro afán de distinción y con complejo de superioridad, que necesita imperiosamente distanciarse del común de los fieles. ¿Para esto es para lo que Lombardi destina «Universæ Ecclesiæ»? ¿Tan sólo para satisfacer a cultísimos diletantes y espíritus refinados?
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