Veni, Sancte Spiritus
Veni Sancte Spiritus
et emite caelitus
lucis tuae radium
Ven Espíritu Santo
y desde el cielo
envía un rayo de tu luz.
Veni pater pauperum,
veni dator munerum,
veni lumen cordium.
Ven padre de los pobres,
ven dador de las gracias,
ven luz de los corazones.
Consolator optime,
dulcis hospes animae,
dulce refrigerium.
Consolador óptimo,
dulce huésped del alma,
dulce refrigerio.
In labore requies,
in aestu temperies,
in fletu solatium.
Descanso en el trabajo,
en el ardor tranquilidad,
consuelo en el llanto.
O lux beatissima,
reple cordis intima
tuorum fidelium.
Oh luz santísima:
llena lo más íntimo
de los corazones de tus fieles.
Sine tuo numine
nihil est in homine,
nihil est inoxium.
Sin tu ayuda
nada hay en el hombre,
nada que sea inocente.
Lava quod est sordidum,
riga quod est aridum,
sana quod est saucium.
Lava lo que está manchado,
riega lo que es árido,
cura lo que está enfermo.
Flecte quod est rigidum,
fove quod est frigidum,
rege quod est devium.
Doblega lo que es rígido,
calienta lo que es frío,
dirige lo que está extraviado.
Da tuis fidelibus
in te confidentibus,
sacrum septenarium.
Concede a tus fieles
que en Ti confían,
tus siete sagrados dones.
Da virtutis meritum,
da salutis exitum,
da perenne gaudium.
Dales el mérito de la virtud,
dales el puerto de la salvación,
dales el eterno gozo.
Amen, Alleluia.
El texto se atribuye a Stephen Langton (alrededor de 1150-1228), Arzobispo de Canterbury, aunque también fueron considerados sus autores tanto el rey de Francia Roberto II el Piadoso (970-1031) como el Papa Inocencio III.
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