Esos dos golpes decisivos de los liberales se vieron coronados con una tercera victoria del campo liberal, cuando, después de la muerte de Juan XXIII el 3 de junio de 1963 y la elección de Pablo VI el 21 de junio, el nuevo Papa redujo la función del consejo de la presidencia (cuyos miembros pasaron de 10 a 12 Cardenales) a un papel de garantía de las normas, y confió el poder de "dirigir las actividades del Concilio y fijar el orden de los temas" a cuatro Cardenales moderadores: DOFNER, SUENENS, LERCARO y AGAGIANIAN. Los tres primeros eran liberales, y el último era considerado como el más aceptable de los Cardenales de la Curia. De esa forma, Pablo VI estableció la hegemonía liberal en el Concilio.
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