Nostra Aetate – Decreto sobre las Religiones No Cristianas
El documento del Vaticano II, Nostra aetate, # 3:
“La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todo poderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres, a cuyos ocultos designios procuran someterse con toda el alma como se sometió a Dios Abraham, a quien la fe islámica mira con complacencia. Veneran a Jesús como profeta, aunque no lo reconocen como Dios. (…) Por tanto, aprecian la vida moral, y honran a Dios sobre todo con la oración, las limosnas y el ayuno.”
Aquí nos encontramos que el Vaticano II enseña que los musulmanes adoran al único Dios, el Creador del cielo y de la tierra. Esta es similar a, pero ligeramente diferente de la herejía que ya hemos expuesto en Lumen Gentium. El falso dios de los musulmanes (que no es la Trinidad) no creó el cielo y la tierra. Es la Santísima Trinidad quien creó el cielo y la tierra.
--Papa San León IX, Congratulamur vehementer, 13 de abril de 1053:
“Creo firmemente que la Santísima Trinidad, Padre e Hijo y Espíritu Santo, es un solo Dios omnipotente y que toda la divinidad en la Trinidad es coesencial y consustancial, coeterna y coomnipotente, y de una sola voluntad, poder y majestad: creador de todas las criaturas, de quien todo, por quien todo y en quien todo, cuanto hay en el cielo y en la tierra, lo visible y lo invisible. Creo también que cada una de las personas en la santa Trinidad son un solo Dios verdadero, pleno y perfecto.”
Interesante comparación de lenguaje entre el Vaticano II y el Concilio de Florencia
El documento del Vaticano II, Nostra aetate, # 3: “La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todo poderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres, a cuyos ocultos designios procuran someterse con toda el alma como se sometió a Dios Abraham, a quien la fe islámica mira con complacencia. Veneran a Jesús como profeta, aunque no lo reconocen como Dios. (…) Por tanto, aprecian la vida moral, y honran a Dios sobre todo con la oración, las limosnas y el ayuno.”
--El Papa Eugenio IV, Concilio de Florencia, 1444, ex cathedra: “La Santa Iglesia Romana cree firmemente, profesa y enseña que aquéllos que no están en el seno de la Iglesia Católica, no solamente los paganos, sino también los judíos o herejes y cismáticos, jamás compartirán la vida eterna, e irán irremediablemente al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles, a no ser que se hayan unido a la Iglesia antes de morir; también que la unidad del cuerpo Eclesiástico es tal que los Sacramentos de la Iglesia solo pueden beneficiar a aquellos que permanecen en Ella, y que los ayunos, actos de caridad, y otras obras de piedad realizados por los fieles serán premiados eternamente; además, todo aquel, no importando lo grande que hayan sido sus limosnas y obras de caridad, y no importando de que llegase a derramar su sangre por causa de Cristo, no puede salvarse si no se hallare en el seno y unidad de la Iglesia Católica.”
Tenga en cuenta que el Concilio de Florencia define dogmáticamente la necesidad de la fe católica para la salvación, él recalca en las oraciones, limosnas y ayunos de los que pertenecen al seno de la Iglesia. Declara que las limosnas no beneficiarán a los que están fuera de la Iglesia. Es interesante que el Vaticano II, al elogiar a los musulmanes y su falsa religión, utiliza casi exactamente el mismo lenguaje que el Concilio de Florencia, pero una vez más en sentido contrario: el Vaticano II elogia los ayunos, las limosnas y las oraciones de los miembros de una falsa religión no-católica.
Nostra aetate 3 también dice que la Iglesia Católica mira a los musulmanes con aprecio, que procuran someterse con toda el alma a Dios al igual como lo hizo Abraham. Pero la admiración del Vaticano II por los musulmanes infieles no es compartida por la Iglesia Católica. La Iglesia desea la conversión y la eterna felicidad de todos los musulmanes, pero ella reconoce que el islam, es una religión horrible y falsa. Ella no supone que ellos se someten a Dios. Ella sabe que ellos pertenecen a una falsa religión.
--El Papa Eugenio IV, Concilio de Basilea, sesión 19, 7 de septiembre de 1434:
“… existe la esperanza de que un gran número de la abominable secta de Mahoma será convertida a la fe católica.”
El Papa Benedicto XIV prohíbe estrictamente a los católicos poner incluso nombres musulmanes a sus hijos bajo pena de condenación.
El Papa Benedicto XIV, Quod Provinciale, 1 de agosto de 1754:
“El Concilio provincial de vuestra provincia de Albania (…) decretó de la manera más solemne en su tercer canon, entre otras materias, como sabéis, que no se les debe poner nombres turcos o mahometanos a los hijos o adultos en el bautismo. (…) Esto no debería ser difícil para ninguno de vosotros, venerables hermanos, ya que ninguno de los cismáticos y herejes han cometido la imprudencia de tomar un nombre musulmán, y a menos que vuestra justicia abunde más que la de ellos, no entraréis en el reino de los cielos.”
El Concilio de Florencia definió dogmáticamente que toda persona que tenga una posición contraria a la enseñanza de la Iglesia católica sobre Nuestro Señor Jesucristo o la Trinidad, o cualquiera de las verdades acerca de Nuestro Señor o de la Trinidad, es rechazada por Dios.
--Papa Eugenio IV, Concilio de Florencia, Bula Cantate Domino, 1442, ex cathedra: “La sacrosanta Iglesia Romana, fundada por la palabra del Señor y Salvador nuestro, firmemente cree, profesa y predica a un solo verdadero Dios, omnipotente, inmutable y eterno, Padre, Hijo y Espíritu Santo (…) A cuantos, por consiguiente, sienten de modo diverso y contrario, [la sacrosanta Iglesia Romana] los condena, reprueba y anatematiza, y proclama que son ajenos al cuerpo de Cristo, que es la Iglesia”
Esta es una definición dogmática infalible de la Iglesia Católica sobre las personas que tienen una opinión sobre Nuestro Señor Jesucristo o la Santísima Trinidad que es contraria a la de la Iglesia (p. ej., judíos, musulmanes, etc.). ¡El Concilio de Florencia define solemnemente que todo aquel que tiene una opinión contraria a la enseñanza de la Iglesia sobre Nuestro Señor y la Santísima Trinidad (p. ej., los judíos), es condenado y reprobado! Nota: el Concilio no se limita a decir que la opinión contraria a Nuestro Señor es reprobada, sino que la persona (p. ej., el judío) es reprobada. Este dogma se basa en la verdad que específicamente Nuestro Señor reveló en la Sagrada Escritura.
Mateo 10, 33 “Y el que me negare delante de los hombres, lo negaré yo también delante de mi Padre, que está en los cielos".
La palabra "negar" significa rechazar, reprobar o repudiar. El que niega a Nuestro Señor es rechazado por Él. Pero en su Decreto sobre las religiones no-cristianas, el Vaticano II enseña todo lo contrario.
Declaración del Vaticano II, Nostra Aetate (#4): “Y, si bien la Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios, no se ha de señalar a los judíos como reprobados de Dios ni malditos, como si esto se dedujera de las Sagradas Escrituras”
El Vaticano II niega la verdad divinamente revelada en Mateo 10,33, que fue solemnemente definida por el Concilio de Florencia. La enseñanza del Vaticano II es manifiestamente herética.
Pero esto se pone aún peor cuando esto se considera en más detalle. En caso de tener alguna duda sobre esta herejía, por favor considere lo siguiente:
El Vaticano II vs. El Concilio dogmático de Florencia
Nostra Aetate #4 del Vaticano II: “… no se ha de señalar a los judíos como reprobados de Dios ni malditos…”.
Vaticano II, Nostra Aetate #4, el latín original: “… Iudaei tamen neque ut a Deo reprobati neque ut maledicti exhibeantur …”.
El Concilio dogmático de Florencia: “A cuantos, consiguientemente, sienten de modo diverso y contrario, [la Iglesia] los condena, reprueba y anatematiza, y proclama que son ajenos al cuerpo de Cristo, que es la Iglesia".
El latín del Concilio de Florencia:
“Quoscunque ergo adversa et contraria sentientes damnat, reprobat et anathematizat et a Christi corpore, quod est ecclesia, alienos ese denuntiat”.
Al hacer la declaración dogmática infalible de que todos los que tienen una opinión contraria a la fe en Nuestro Señor o la Trinidad son reprobados, el latín original del Concilio de Florencia utiliza la palabra «reprobat» que significa "rechazar" o "reprobar". Ello es a partir del verbo latino reprobo, que significa "reprobar" o "condenar".
Pero aquí está la bomba: En Nostra Aetate, #4 al declarar exactamente lo opuesto, ¡el Vaticano II usa exactamente el mismo verbo! El Vaticano II utiliza «reprobati», que es el participio pasado de reprobo – ¡exactamente el mismo verbo que utiliza el Concilio de Florencia! Esto significa que el Vaticano II y el Concilio de Florencia están hablando exactamente de la misma cosa – ellos utilizan exactamente el mismo verbo – ¡y enseñan exactamente lo opuesto! La Iglesia Católica enseña que todos los individuos (judíos, etc.) quienes tengan una opinión contraria a la fe en Cristo o de la Trinidad, la Iglesia "reprobat" (los reprueba). El Vaticano II nos dice que los judíos no deben ser considerados como "reprobati" (como si hubieran sido reprobados). ¡El Vaticano II no podría contradecir de manera más precisa el dogma católico!
No puede haber ninguna duda que el Vaticano II niega la enseñanza dogmática del Concilio de Florencia. Si bien que en el Vaticano II hay muchas herejías evidentes, como veremos, ésta es una de la más específica. Quien niega que el Vaticano II enseñe herejía, a la luz de estos hechos, es simplemente un mentiroso.
Esta herejía en la declaración Nostra Aetate del Vaticano II, es el fundamento teológico de la actual enseñanza del Vaticano II sobre los judíos. Esta es la razón de que actualmente el Vaticano publica libros que enseñan que los judíos son perfectamente libres de vivir como si Cristo no hubiera venido. Esta es la razón por la que el Vaticano II enseña que la Antigua Alianza es válida. Esta es la razón, como veremos, por la cual tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI han visitado la sinagoga para intentar validar la religión judía.
Nostra aetate también se asegura de recordar cuán grande es el mundo del budismo, y cómo esta falsa religión conduce a la más alta contemplación.
El documento del Vaticano II, Nostra aetate, # 2:
“En el budismo, según sus varias formas, se reconoce la insuficiencia radical de este mundo mudable y se enseña el camino por el que los hombres, con espíritu devoto y confiado pueden adquirir el estado de perfecta liberación o la suprema iluminación, por sus propios esfuerzos apoyados con el auxilio superior.”
El Vaticano II dice que en el budismo ¡«enseña el camino» por el cual los hombres pueden adquirir la suprema iluminación! Esto es apostasía. Esta es una de las peores herejías del Vaticano II. Más adelante, lea cómo Pablo VI (el hombre que promulgó solemnemente el Vaticano II) entiende su enseñanza sobre el budismo.
Pablo VI, Audiencia general a los budistas japoneses, 5 de septiembre de 1973: “Es un gran placer para nosotros dar la bienvenida a los budistas japoneses en Tour por Europa, los honorables seguidores de la secta budista Soto-shu. (…) En el Segundo Concilio Vaticano, la Iglesia Católica exhortó a sus hijos e hijas a estudiar y evaluar las tradiciones religiosas de la humanidad y ‘para advertir en diálogo sincero y paciente las riquezas que Dios generoso ha distribuido a las gentes’ (Ad Gentes, 11) (…) El budismo es una de las riquezas de Asia…”
Basándose en el Vaticano II (que él solemnemente promulgó), Pablo VI dice que esta religión falsa y pagana ¡es una de las riquezas de Asia!
El Vaticano II también elogia la religión falsa del hinduismo por su inagotable riqueza de «con los penetrantes esfuerzos de la filosofía», como también su vida ascética y profunda meditación.
El documento del Vaticano II, Nostra aetate, # 2: “Así, en el Hinduismo los hombres investigan el misterio divino y lo expresan mediante la inagotable fecundidad de los mitos y con los penetrantes esfuerzos de la filosofía, y buscan la liberación de las angustias de nuestra condición mediante las modalidades de la vida ascética, a través de profunda meditación, o bien buscando refugio en Dios con amor y confianza.”
Advierta cómo los elogios del Vaticano II de la falsa religión del hinduismo están contradiciendo específicamente al Papa León XIII:
--El Papa León XIII, Ad extremas (#1), 24 de junio de 1893: “Nuestros pensamientos se dirigen en primer lugar al bienaventurado Apóstol Tomás que con razón es llamado el fundador de la predicación del Evangelio a los hindúes. Después, está San Francisco Javier (…) A través de su extraordinaria perseverancia convirtió a cientos de miles de hindúes de los mitos y viles supersticiones de los brahmanes a la verdadera religión. Tras las huellas de este hombre santo siguieron numerosos sacerdotes (…) ellos son los continuadores de estos nobles esfuerzos; no obstante, en las vastas extensiones de la tierra, muchos están todavía privados de la verdad, aprisionados miserablemente en las tinieblas de la superstición.”
En realidad, dos religiones diferentes
--Papa León XIII, Ad extremas (#1), 24 de junio de 1893: “…A través de su extraordinaria perseverancia convirtió a cientos de miles de hindúes de los mitos y viles supersticiones de los brahmanes a la verdadera religión. Tras las huellas de este hombre santo siguieron numerosos sacerdotes (…) ellos son los continuadores de estos nobles esfuerzos; no obstante, en las vastas extensiones de la tierra, muchos están todavía privados de la verdad, aprisionados miserablemente en las tinieblas de la superstición.”
El documento del Vaticano II, Nostra aetate, (# 2): “Así, en el Hinduismo los hombres investigan el misterio divino y lo expresan mediante la inagotable fecundidad de los mitos y con los penetrantes esfuerzos de la filosofía, y buscan la liberación de las angustias de nuestra condición mediante las modalidades de la vida ascética, a través de profunda meditación, o bien buscando refugio en Dios con amor y confianza.”
En medio de toda esta blasfemia en el Vaticano II, no se hace ninguna mención de que estos infieles deben ser convertidos a Cristo; no se ofrece ninguna oración para que se les sea concedida la fe; y ninguna amonestación de que estos idólatras deban ser liberados de su impiedad y de las tinieblas de sus supersticiones. Lo que vemos son elogios y estima por estas religiones del diablo. Lo que vemos es un inequívoco sincretismo, que trata a todas las religiones como si condujeran a Dios.
--Papa Pío XI, Mortalium Animos (# 2), 6 enero de 1928:
“… la falsa opinión de los que piensan que todas las religiones son, con poca diferencia, buenas y laudables, (…) Cuantos sustentan esta opinión, no sólo yerran y se engañan, sino también rechazan la verdadera religión, adulterando su concepto esencial…”
--Papa Pío IX, Qui Pluribus (# 15), 9 de noviembre de 1846:
“Tal es el sistema perverso y opuesto a la luz natural de la razón que propugna la indiferencia en materia de religión, con el cual estos inveterados enemigos de la Religión, quitando todo discrimen entre la virtud y el vicio, entre la verdad y el error, entre la honestidad y vileza, aseguran que en cualquier religión se puede conseguir la salvación eterna, como si alguna vez pudieran entrar en consorcio la justicia con la iniquidad, la luz con las tinieblas, Cristo con Belial.”
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